Qué pesadas resultan las horas de espera de un resultado electoral en Venezuela.
Tibisay Lucena se ha convertido en un verdugo. Su repugnante voz aturde, aunque hable bajo, molesta y su figura espanta a los niños. Pobre mujer, me apena el desempeño que ha tenido.
Las otras rectoras apenas aparecen de vez en cuando, pero son de igual conducta, lamentables las cuatro. Los presidentes e integrantes del antiguo CSE eran personalidades de gran catadura moral y de un talante democrático extraordinario. Recuerdo a Manuel Rafael Rivero, Carlos Delgado Chapellín, Isidro Morales Paúl y otros más que escapan a mi memoria. Todos ellos dieron cátedra de honorabilidad, responsabilidad y espíritu republicano. Hoy los extrañamos. Rivero fue el primero en proclamar presidente electo a un candidato que venía de la oposición al gobierno de entonces. Ese hecho ocurrió en diciembre de 1968, cuando Rafael Caldera ganó su primera presidencia. Rivero actuó con gran ponderación, prudencia y justicia en una elección que fue muy reñida. La señora Lucena y sus cómplices compañeras, deberían estudiar con objetividad la historia contemporánea de Venezuela.
Todo lo ocurrido el domingo pasado con ocasión de las elecciones regionales, me hace pensar sobre la necesidad de elevar el tono moral de la república. Intensificar la formación moral de nuestros niños, animarlos a caminar por el sendero de la verdad, del respeto a la ley, a las buenas costumbres y del temor a Dios. Inculcarles que la conciencia no se doblega ante nada. Debemos trabajar con los niños para hacer la revolución de la verdad. Por obra de esta régimen, aunque ya venía de antes también, Venezuela se ha convertido en una enorme charca inmunda de corrupción y ahora el régimen le ha añadido el tema del narcotráfico. La misma noche del domingo 15 de octubre, por ejemplo, una persona amiga me refería el caso de un juez que le pedía, para decidir un caso a su favor, una importante suma de dinero en dólares y lo hacía sin rubor, me decía, como algo normal, como una costumbre ya aceptada por la colectividad a la que está llamado a dar ejemplo y a servir buscando la justicia. Perdimos el rumbo. Por eso ya no extraña que los resultados de una elección se cambien con el sólo propósito de favorecer a un grupo político y mantenerse en el poder. Piensan que lo importante es el poder y no la verdad. Eso es parte del desquiciamiento moral que vivimos. ¿Qué le enseñamos a nuestros niños en el hogar y en las escuelas? ¿Qué valor tiene entre nosotros la familia y el sagrado vínculo que une a padres entre sí y a padres e hijos? Aunque Ud. estimado lector no lo crea, la unidad familiar ayuda a levantar hombres y mujeres correctos y ejemplares. Me duele mi Patria, me escuece las entrañas ver mentir desde el poder, consumar un fraude electoral usando las instituciones fundamentales de Venezuela. Nos dieron unos resultados fraudulentos. Mintieron.