Dieter Sydow es un empresario que conoce al dedillo la ciudad. A pesar de su apellido nació en Barquisimeto, concretamente en la Policlínica que lleva el nombre de la capital larense. Desde pequeño lo llaman Tito y entre muchos temas tratados durante la conversación con el director de EL IMPULSO, tuvo una gran variedad de temas relacionados con su vida personal y empresarial, ricas todas en experiencias inolvidables, las cuales han forjado su carácter y su personalidad. Dieter Sydow es un empresario que conoce al dedillo la ciudad.
A pesar de su apellido nació en Barquisimeto, concretamente en la Policlínica que lleva el nombre de la capital larense. Desde pequeño lo llaman Tito y entre muchos temas tratados durante la conversación con el director de EL IMPULSO, tuvo una gran variedad de temas relacionados con su vida personal y empresarial, ricas todas en experiencias inolvidables, las cuales han forjado su carácter y su personalidad.
Puntual como un lord inglés llega a la cita sin ninguna agenda y sonríe cuando le advierto la informalidad de la entrevista.
-¿El Sydow es un apellido alemán?-Sí, claro. Mis padres nacieron en la ciudad de Hamburgo. Bernardo conoció a Essen en una tarde primaveral, se enamoraron y se vinieron a Venezuela a formar una familia en 1929, cuando este país todavía era muy pequeño, pero con muchas posibilidades de ser una gran nación. La primera guerra mundial había dejado terribles huellas en Europa y mi padre quiso alistarse como inmigrante cuando la empresa donde trabajaba requirió de voluntarios para viajar a la América como representantes de la Casa Blohm.
Bernardo llegó a Venezuela, una nación dominada por la mano fuerte de Juan Vicente Gómez, pero también muy pacífica, donde desarrolló una gran actividad viajando por casi todo el país ofreciendo los productos que llegaban desde Alemania.
En un viaje de vacaciones a Hamburgo conoció a una linda muchacha llamada Essen de la que se enamoró perdidamente. Essen llenaba mucho más el espíritu aventurero de aquel hombre que la procuraba en amores. El flechazo fue inmediato decidiendo en consecuencia un matrimonio y una promesa de futuro incierto pero a todas luces futuro. Alemania estaba a punto de regresar a las armas. La segunda guerra tocaba las puertas de su país natal.
Dieter, o mejor dicho Tito, hurga en sus recuerdos muy lejanos. Bernardo y Essen se sintieron muy felices cuando descubrieron que pronto serían padres. Primero nació Dieter, más tarde Bernardo y finalmente alegró ese hogar Helga. “Mi infancia, para qué negarlo, fue muy feliz en todos los sentidos, aunque para mí siempre ha sido un problema hablar el idioma de mis padres. Me hablaban en Alemán, pero yo les contestaba en español. Siempre ocurre así. En la medida en que crecíamos también nos responsabilizamos de nuestras conductas. Ya sabemos que los germanos son personas hasta cierto punto autoritarios a hablar”, comentó”.
“Creo que siempre he sido muy bueno en materias como la física, química y matemática, desde muy pequeño, cuando estudiaba los primeros grados. Después de la escuelita me matriculé en el Colegio La Salle de Barquisimeto donde recibí el título de bachiller y terminé de formarme para enfrentar a la Universidad. Al principio no sabía cuál era la carrera a escoger, pero me apunté en Ingeniería hasta alcanzar el grado.-
¿La Salle? –Tengo por el colegio de los hermanos un gran recuerdo y mejor agradecimiento por la educación que recibí. También por los muchos amigos que pude conocer, cultivar y respetar con el paso de los años. Nombrarlos sería un problema si llego a olvidar a alguno de ellos. Igualmente, mi carrera universitaria está llena de recuerdos, casi todos buenos, quizás porque me considero muy disciplinado en el estudio. En ese sentido aproveché una gran oportunidad de viajar hasta Suiza por dos años para estudiar y al regresar a Venezuela reanudé mis contactos en la Universidad del Zulia. A pesar de las recomendaciones para estudiar Ingeniería Petrolera, una carrera de mucho futuro por la vocación del país decidí hacerme ingeniero civil. De eso no me arrepiento nunca. Soy un egresado de LUZ y con mucho orgullo de serlo.
“Mi padre seguía trabajando para la Casa Blohm y yo, con mi título de ingenería a cuestas me preparaba para insertarme en el mercado laboral, sin mucha experiencia, pero con gran entusiasmo. Muy poco tiempo para reflexionar sobre el futuro recibí un recado del arquitecto Iván Faroh para conversar sobre algunos proyectos suyos referidos a varias construcciones. Iván tenía conocimientos sobre mis posibilidades como ingeniero. La entrevista fue muy fructífera y comenzamos una relación que duró varios años. Poco tiempo después me hice socio de Farcar, la empresa de Faroh y emprendimos una serie de actividades donde nos fue muy bien. Muchos dicen que Juan de Villegas fundó a Barquisimeto y Farcar la construyó, un comentario exagerado sin sentido, pero muy divertido.-Cuando trabajamos en la construcción del Parque Ferial conocí a la que hoy es mi esposa, Cecilia Guevara, pero tuve que aplazar por varias semanas mi luna de miel porque urgía terminar la obra a instancias de don Luis Gallardo y la proximidad de la I Feria de Barquisimeto. Otras construcciones tuvieron que esperar mi regreso para comenzar de nuevo el trabajo. Tengo que reconocer que soy un fanático del trabajo. Soy padre, junto con Cecilia, claro, de cuatro hijos: Hans Christians, Franz Alberto, Erick Henrique y Klaus. Sus nombres, como pueden observar, son alemanes.
En este punto de la conversación, Tito Sidow habla de la ciudad que ayudó a construir, aunque dice que eso no es así, pero si se contabiliza el número de obras civiles que ha realizado en la capital larense, su portafolio revela que son muchas, entre las cuales están el Parque Ferial, la Torre Consolidada, Centro Comercial Las Trinitarias y otras emblemáticas de la capital del estado Lara.
-¿Ha decrecido urbanísticamente la ciudad? La pregunta no lo sorprende. Más bien la esperaba
-Yo diría más bien deteriorada al máximo si establecemos las necesarias comparaciones con el pasado. Barquisimeto ha crecido sin ningún orden anárquicamente, sin planeamiento de ningún tipo. Es una verdadera lástima que eso haya ocurrido.
-¿Culpables?
-Pienso que todos los que tienen que ver con el mejoramiento de la vida de los ciudadanos y de los propios pobladores, que contribuyen casi inconcientemente con su deterioro. Además – agrega Sydow- con las políticas de desarrollo urbano dependiente de los poderes del Estado.-¿Le seduce la política?-No mucho, responde, en una oportunidad y a pedido de Luis Herrera Campins, asumí la presidencia del Instituto Nacional de la Vivienda, (INAVI). Recuerdo que mi sueldo era de 10 mil bolívares, los cuales destinaba para pagar el alquiler de un apartamento en Caracas donde vivía.
-¿Conoce la Misión Vivienda del actual gobierno?
-He visto algo, pero el asunto no es construir viviendas, sino ser coherente, con un programa específico donde el beneficiario sepa el esfuerzo que hace el Estado para dotarlo de un techo decente. Dieter Sydow se queja abiertamente de las políticas populistas y consecuencialmente electorales tan a gusto de quienes se aferran al poder por el poder. Hay que fortalecer las instituciones públicas para que sean estas las que determinen las orientaciones de los programas sociales, pero ya saben cuál es el objeto de deseo de los interesados en que nada funcione en este país.