Cualquiera sea el resultado de las elecciones regionales del 15 del presente mes de octubre, aunque las encuestas indican que la oposición obtendrá la mayoría, los representantes del gobierno de Nicolás Maduro repiten un monólogo orquestado, acerca de un avance de más del 90% de un supuesto diálogo, que la Mesa de la Unidad Democrática desconoce y rechaza por mentiroso
La capacidad de maniobra del gobierno de Nicolás Maduro sufre un desgaste casi total, cuando no sólo ha perdido la credibilidad al llamar al regreso a la Mesa del Diálogo, sin que nadie se dé por aludido, sino que también, contrario a todo entendimiento, su accionar político se reduce al uso de la represión, a la amenaza a sus adversarios y al delirante y fantasioso recurso del supuesto peligro de una invasión por parte de una potencia extranjera.
En artículo anterior destacamos que la oposición dirigida por la Mesa de la Unidad (MUD) le ganó la calle y sobre todo se ha hecho de una mayor respaldo de la sociedad civil, cada día que avanza en su propósito de obligarlo a cumplir los acuerdos aprobados en la última reunión del diálogo promovido por UNASUR y el Vaticano, de libración de los presos políticos, el reconocimiento a las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional, la apertura de un canal humanitario internacional para ayudar a millones de hambrientos que padecen los rigores del desempleo, el alto costo de la vida, el hambre y la escasez de medicinas.
El coraje, la valentía, con que las nuevas generaciones de jóvenes demócratas, y de veteranos de muchas batallas políticas y sociales que han hecho historia patria, en los últimos combates por la libertad y el progreso del país, lo han acorralado de tal forma, que al gobierno de Maduro le quedan pocas posibilidades de escapar de una segura y definitiva derrota constitucional y pacífica, en cualquier elección que se convoque.
El cerco institucional que el mundo democrático, a través de Mercosur, la Organización de Estados Americanos, la ONU y la Unión Europea, le ha tendido al gobierno de Maduro, ha sido y es un puntal de apoyo a las fuerzas internas que luchan por impedir la perpetuación en el poder, tanto del Presidente de la República como de la camarilla incapaz y corrupta que le rodea.
La respuestas a las encuestas de hombres y mujeres conscientes del rol histórico que les toca realizar, ya es una clara demostración del convencimiento de la mayoría de los venezolanos de pensamiento democrático, de que ya no es posible callar, ni retroceder en el empeño de impulsar y consolidar una cambio progresista, unitario y sin retaliación alguna por razones políticas, y en el que impere la justicia administrada por jueces honestos e independientes.
Las elecciones regionales y la presión internacional por una solución democrática y pacífica, debe ponerle punto final a 18 años gobierno chavomadurista, que por incapacidad, dogmatismo estalinista y corrupción administrativa, convirtieron al país de las mayores reservas petroleras del mundo, en una nación de pobres: 83% según la última encuesta de las Universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, dirigida por una cúpula milmillonaria, enriquecida ilícitamente.
Si hay que negociar el gobierno tiene que respetar los acuerdos anteriores y salir de ese monólogo falso, que ni Putin ha debido creerle, mejor informado por su Embajador.