Al dar a conocer los resultados de la encuesta de coyuntura del segundo trimestre del año, el presidente de Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga, afirmó que resulta un esfuerzo estéril mantener operaciones en un entorno institucional tan adverso como el actual, ya que los costos de producción aumentaron 880% en un año.
“Tras haberse destruido la economía venezolana con erradas políticas públicas, tenemos actualmente una industria manufacturera, cuya sostenibilidad para generar bienes y puestos de trabajo está seriamente cuestionada. Esta situación afecta la capacidad de la industria de seguir subsistiendo”, apuntó a través de un boletín de prensa.
El citado planteamiento lo realizó Olalquiaga, al dar a conocer los resultados de la Encuesta de Coyuntura correspondiente al segundo trimestre de 2017.
La referida encuesta revela que 84% de los empresarios consideran que la situación actual del sector industrial es mala o muy mala, apreciación que se fundamenta en la crisis que están sufriendo las industriales nacionales pues cada vez tienen que sortear más obstáculos para poder mantenerse en el mercado.
Entre los principales factores que impiden el incremento de la producción en el país destacan, como ya es reiterativo en los últimos años, la falta de divisas para adquirir materias primas, insumos, repuestos y maquinarias; la incertidumbre institucional que es consecuencia de la implementación de políticas públicas o regulaciones que condiciona la operatividad de las empresas; la imposibilidad de acceso a proveedores de materias primas y la caída de la demanda nacional como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo por parte de los consumidores.
Frente a estas dificultades que se han acentuado desde 2014 a la fecha, preocupa que 38% de las empresas considera que no podrán mantenerse operativas en los próximos dos años bajo las actuales circunstancias. Por ende, la industria nacional enfrenta una crisis existencial.
En este sentido, Olalquiaga advirtió que hacer productos en cantidades tan pequeñas no tiene razón de ser; así no hay productividad ni competitividad. “Esto se traduce en problemas de abastecimiento y precios que está afectando severamente al consumidor quien cada vez tiene menos opciones para satisfacer sus necesidades”, precisó.