Dimensionar el tamaño de la crisis ocasionada por el régimen de Nicolás Maduro y Carmen Meléndez, pasa por sentir el rugir de las tripas del pueblo cuando el hambre castiga. La desesperación y la angustia se apoderan del ser. Se nubla la razón y se pierde todo vestigio de cordura para reducirnos a condiciones de sobrevivencia primitiva. Afloran instintos básicos que subyacen en el subconsciente. La violencia se convierte en opción. Hurgar en la basura también. La mendicidad como forma de gobierno nos empequeñece. Nos anula. Nos hace invisibles. El hambre como negocio político y económico se ha convertido en la estrategia más importante del gobierno. Se retuercen las entrañas de nuestros niños por falta de alimentos, mientras la jerarquía roja se regodea en sus obscenas riquezas. Peligrosamente, la revolución levanta una generación de seres indefensos. Limitados en talla y rendimiento escolar por falta de alimentos. Mermados intelectuales totalmente dependientes de las migajas del estado. El nuevo hombre de Castro…
Es urgente sacarlos del gobierno y expulsar a los cubanos de Venezuela. Para ello no existen fórmulas mágicas ni atajos inmediatistas. El nivel de putrefacción y dominio es de tales dimensiones, que los sectores castrenses opuestos a esto, callan. El levantamiento militar no es una opción. Estamos obligados a continuar la ruta electoral, porque somos demócratas. La rebelión del voto popular los tiene acorralados. Saben que si la participación supera el 50% de los electores, garantizamos 18 gobernaciones y el 70% de la voluntad popular. No tienen como mostrar los 8 millones y medio de votos de la fraudulenta constituyente. Por eso, debemos sacudirnos la depresión y salir mayoritariamente a derrotar sus trampas. Debemos entender que las gobernaciones representan un eslabón más hacia la meta final que es ganar la presidencia de la república y terminar con esta pesadilla que nos permita comenzar la reconstrucción del país. Mientras permanezcan allí, seguiremos entrampados en esta tragedia que nos impide vivir como vivíamos…
Con todos sus defectos y carencias, tuvimos un país maravilloso que supo conjugar las clases sociales. El resentimiento jamás formo parte del discurso político para manipular las masas. La producción agrícola tuvo niveles de exportación y los servicios públicos primarios atendían las necesidades de la gente. Las grandes obras de infraestructura generaron pleno empleo y el estándar de vida del venezolano permitió un ascenso social sostenido que edifico una clase media y profesional robusta y pujante como palanca del desarrollo nacional. Se podía comprar comida barata, de calidad y variada. Había de todo en los supermercados, en los abastos y en las bodegas de los barrios. Teníamos acceso a toda clase de medicinas. Los programas sociales de los gobiernos democráticos llegaban al pueblo. Teníamos país…
Mis comentarios:
-Tenemos que salir a votar en masa para demostrarle el mundo libre que somos aplastante mayoría…
-No habrá forma que la trampa gane si participamos en masa y cuidamos el voto.
-Nada ni nadie detendrá la avalancha de votos que se les viene encima…
-Solo con el voto popular lograremos sacar a Maduro de la presidencia para acabar con esta pesadilla…
-Vamos a darle una paliza en Lara a Maduro y a Carmen…
-Todos a votar…
La boca del justo es una fuente de vida, pero la de los malvados encubre la violencia…(Proverbios 10:11)