Este 5 de octubre se cumplen 29 años de la victoria de los demócratas chilenos sobre uno de los regímenes totalitarios más abyectos y perversos padecido en este continente, el de Augusto Pinochet Ugarte.
Al recordar este hecho, Carlos Alberto Giménez, educador, historiador y ensayista, afirma que se puede considerar como epopéyico este acontecimiento, porque se produjo contra todos los pronósticos el Plebiscito Nacional de Chile en 1988.
Se daba cumplimiento a las “disposiciones transitorias” 27, 28 y 29 de la “Constitución Política” de 1980, siete años después del golpe militar contra el desventurado gobierno socialista de Salvador Allende.
No había separación de poderes
-¿Cómo pueden comprender y asimilar la enseñanza de ese hecho los venezolanos?
-Esa Constitución Política fue redactada bajo las estrictas condiciones de Pinochet y la Junta Militar de Gobierno. Su texto fue redactado por la Comisión Ortuzar, luego reformado por otra instancia del régimen llamado el Consejo de Estado, para finalmente ser ajustado y aprobado por el propio dictador y los comandantes de las Fuerzas Armadas. Esa Constitución contenía dictámenes duales o “disposiciones transitorias” que condicionaban su articulado a los criterios y al destino de Pinochet, quien también, como otros dictadores, pretendía, además de ser Presidente vitalicio, ser convertido en un héroe histórico y eterno. En ella no había separación de poderes mientras el dictador ejerciera, en un entramado jurídico-político que denominaron Nueva Institucionalidad, donde además de ejercer el Poder Ejecutivo, la Junta Militar se reservaban la potestad de ser el órgano legislativo y constituyente.
Terror y estados de excepción
-¿Cómo pudo Pinochet enclavar su régimen de terror sobre una sociedad demócrata?
-Inmediatamente de consumado el golpe de Estado, decretó un toque de queda que perduraría por casi quince años. Derogó la Constitución, disolvió el Congreso Nacional, restringió los derechos civiles y políticos; ordenó la detención de los máximos líderes de los partidos agrupados en La Unidad Popular, declarándola ilegal.
Posteriormente, obligó al resto de los partidos y movimientos políticos a entrar en receso, para luego, por supuesto desacato fueron declarados disueltos definitivamente y sus actividades proscritas.
Además, se atribuyó la potestad de decretar estados de excepción cuando lo creyera conveniente. Ello le facultaba obviar leyes, procedimientos, garantías, promulgar decretos-ley etc., en fin, obrar a su libre criterio y entender
Nada de elecciones
-¿Hasta qué punto superó a otros dictadores?
-En cierta ocasión, ante la pregunta de una arriesgada periodista, sobre el porqué de la suspensión de las elecciones y el posible retorno a la democracia, respondió lacónicamente: “me voy a morir y elecciones no habrán”, y en efecto, no se efectuaron más elecciones libres, a lo sumo tres (3) plebiscitos en los diecisiete años de dictadura. Los de 1978 y 1980 fueron legitimadores de la “Institucionalidad” del régimen, llevados adelante a sangre y fuego, sin registro de electores, en medio de una apabullante campaña publicitaria oficialista, que como toda propaganda de gobiernos militares, exaltaba el patriotismo, el nacionalismo, la defensa de la independencia y la dignidad de la Patria, obligando a todas las instituciones del Estado a participar descaradamente a su favor. En esos procesos, la oposición estaba arrinconada, sin alternativas claras, dividida y con escasas oportunidades de acceder a los censurados medios, prensa, radio, TV y menos aún, a los que estaban bajo el control del régimen.
Relaciones con potencias
-Los dictadores se caracterizan por relacionarse con potencias. ¿Qué nos dice de Pinochet?
-Como en su época Francisco Franco en España y Oliveira Salazar en Portugal, o como actualmente Raúl Castro en Cuba, Kim Jon.un en Corea del Norte e incluso Maduro en Venezuela, siempre conservan relaciones estratégicas con alguna de las poderosas potencias mundiales (USA, Rusia, China), así como con otros países con gobiernos afines ideológicamente o con relaciones comerciales complementarias.
¿No temen estas dictaduras a las sanciones?
-Amnistía Internacional y la comisión de los Derechos Humanos de la ONU, incluyendo a los representantes de EE.UU, en marzo de 1977, acusaron y condenaron al régimen de Pinochet. Posteriormente, el Presidente Jimmy Carter, ordenó también vetar sus solicitudes de préstamos al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo. En noviembre de 1983, el gobierno de España, presidido por Felipe González, solicitó al resto de países de la Comunidad Económica Europea, aplicar sanciones económicas a la dictadura Chilena por delitos de violación de derechos humanos. Ante ello, Pinochet furioso, acusó a España y a otros países de “injerencia en los asuntos internos” de Chile, y acusó también a la dirigencia opositora de “traidores a la patria” por ser los causantes de esas sanciones, pues ellos habían efectuado reuniones con los mandatarios de esas naciones, por lo que solicitó que se les abriera juicios por traición a la patria.
Militares
-¿Cómo los militares se pliegan a los dictadores?
-Pinochet, como todo autócrata totalitario, contaba para su sustento en el poder, con la incondicionalidad de las Fuerzas Armadas, a las cuales destinó un buen porcentaje del presupuesto nacional, dotándola de sofisticados equipos y cuantiosos armamentos de última generación. También les otorgó una serie de dispensas legales, beneficios económicos y privilegios con los cuales no contaba regularmente la población civil. A ellos destinaba preferentemente los cargos ministeriales, intendentes regionales (gobernadores), alcaldías, senadurías, embajadas estratégicas, dirección de instituciones y empresas del estado, reservadas a la alta oficialidad que se esmerare en demostrar identidad y lealtad con el régimen. Mención en particular hay que hacer a los integrantes del Cuerpo de Carabineros, equivalentes en Venezuela a la Guardia Nacional Bolivariana.
Designación a dedo
-¿Qué otra característica resalta de ese régimen?
-El sistema de justicia, tal como ha venido ocurriendo en Venezuela, era otro soporte del régimen.
Los jueces y magistrados de la Corte Suprema, Tribunal Constitucional y tribunales ordinarios eran designados directa o indirectamente por Pinochet y la junta militar entre sus abogados afectos, quienes por un lado podían y en efecto emitieron decisiones sumarias, aberrantes y excesivas, a todas luces injustas en contras de los opositores, pero por otro, frente a las múltiples y graves acusaciones de corrupción a los altos jerarcas del régimen y sus familiares, así como por abuso de autoridad, uso excesivo de la violencia en acciones represivas, por secuestros y crímenes cometidos por policías y militares, no se abrían averiguaciones, o las acusaciones eran declaradas infundadas, los expedientes plenos de pruebas incriminadores eran paseados por distintas instancias del poder judicial, demorados, inadmitidos, literalmente archivados y hasta desaparecidos con el mayor desparpajo, cinismo y negligencia cómplice.
Para mantenerse en el poder, Pinochet y los militares emplearon terroríficas y eficaces políticas de espionaje y represión, creando para ello la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), que desde 1977 pasó a denominarse Central Nacional de Información (CNI), policía política secreta, similar a las creadas en Venezuela por gobiernos militares, como “La Sagrada” de Gómez, la “Seguridad Nacional” de Pérez Jiménez y el SEBIN de Chávez y Maduro. La jefatura del DINA fue confiada al Teniente Coronel Manuel Contreras. Por cierto, en Venezuela se dice que la jefatura real del SEBIN la tiene de hecho el Teniente o Capitán Diosdado Cabello.
-Pero, la DINA, ¿no fue más cruel que la Seguridad Nacional venezolana?
-La DINA se dedicó metódicamente entre 1973 y 1977 al espionaje, elaboración de expedientes, persecución, secuestro, tortura, encarcelamiento o asesinato de los opositores. La unidad de exterminio más cruel de la organización fue la Brigada Lautaro, cuyos crímenes fueron perpetrados con el conocimiento y consentimiento de Pinochet. A lo anterior se sumaron masivas redadas, infiltración y represión a las manifestaciones de ciudadanos y protestas de trabajadores, allanamientos, así como retención del pasaporte y el exilio forzado o destierro a miles de personas. También incursiones masivas con enfrentamientos armados en sectores de la población civil bajo el argumento de reducir a delincuentes o terroristas, similar a los efectuados por la OLP-CONAS en Venezuela.
-¿Y la Caravana de la Muerte?
-Era un comando del Ejército de Chile a cargo del General Sergio Arellano, cuya misión fue supervisar los distintos sitios de reclusión de prisioneros políticos y “agilizar” la rápida ejecución de aquellos considerados peligrosos enemigos de Pinochet y por ende de la Patria. Con ese argumento se fusiló e hizo desaparecer a miles de personas, cientos de ellos arrojados luego de ser torturados, pero aún vivos al mar o a ríos como el Tinguiririca o el Mapocho, desde helicópteros o aviones en pleno vuelo, o sino sepultados en lugares conocidos solo por los militares. Muchos de estos cuerpos jamás volvieron a encontrarse.
-¿Qué nos dice del balance fatal de ese régimen?
-En total, se contabilizaron alrededor de 50.000 mil detenidos y torturados, con un saldo de alrededor de 4.000 mil asesinatos en cárceles, polígonos de tiro, cuarteles, buque escuela, e incluso hasta en los estadios de futbol. No se puede dejar de mencionar, la activa y protagónica participación de Pinochet y su Junta militar en la elaboración y ejecución de la macabra “Operación Cóndor”, un plan de exterminio de dirigentes sociales ñángaras, en mancomunidad con los gobiernos gorilas de Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Perú y Brasil, con un saldo de 400.000 detenidos, 50.000 muertos y 30.000 desaparecidos.
Licencia para matar
Para evitar que los funcionarios y militares esbirros que ejecutaron tan monstruosos crímenes fuesen investigados, juzgados y condenados, Pinochet, en uso de su arbitrario Poder Legislativo y constituyentista, emitió el Decreto-Ley 2191, el 18 de abril de 1978, con el cual les concedió amnistía plena, impidiendo así que en un futuro fuesen responsabilizados y culpados por esos crímenes y por violación sistemática de los derechos humanos.
-¿Algo parecido está pasando en Venezuela?
Un dictamen muy similar fue emitido recientemente por la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela, presuntamente promovido por el Teniente o Capitán y también constituyentista Diosdado Cabello, por medio de la cual, a sus compañeros de armas de la Guardia Nacional Bolivariana, también los “exoneran de toda culpa y responsabilidad por violación de los derechos humanos”.
El plebiscito
-¿Cómo es que Pinochet aceptó el plebiscito?
-Cuando manifestó que el período de “institucionalización” que ellos presidirían, debería comprender “por lo menos 16 años”, el Comandante de la Aviación, General Fernando Mattei, le replicó, “son muchos años, por qué no hacemos un plebiscito a la mitad”, a lo que Pinochet de muy mala gana accedió, al observar que los otros comandantes estuvieron de acuerdo con Mattei.
Ese “acuerdo” entre los Comandantes miembros de la Junta de Gobierno y Pinochet, dio origen a las “disposiciones Transitorias” 27, 28 y 29 insertas en la Constitución de 1980.
Según la Disposición 27, si se aprobaba, como en efecto se aprobó esa Constitución en el plebiscito del 11 de septiembre de ese año, Pinochet continuaría en el Gobierno por ocho años más, es decir hasta 1988 y según la resolución 28, ese mismo año podía ser reelegido por otros ocho años, o sea hasta 1997, siempre y cuando sus compañeros de la Junta Militar lo postularan y el pueblo de Chile aprobara esa reelección en un plebiscito que se efectuaría en 1988.
En caso de que los chilenos negaran la reelección, la disposición 29 establecía que Pinochet entregaría el Gobierno al año siguiente al candidato que resultare electo en las elecciones subsiguientes y en la cuales no podía participar el dictador. Es decir que el pueblo de Chile tenía una oportunidad para salir de aquel férreo, sanguinario y despótico cerco de bayonetas que servían ciegamente a aquel brutal dictador por vía democrática, pacífica y electoral.
Un grupo de demócratas se dio cuenta de ello e iniciaron la titánica y casi imposible tarea de convencer, unir y preparar al pueblo chileno y a todas sus organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles, culturales y sociales para esa decisiva batalla, que sería un 5 de octubre de 1988. Y el pueblo chileno perdió el miedo. Es importante recordar hoy lo que pasó en Chile, dice el profesor Giménez, porque lo que vivieron los chilenos es muy parecido a lo que estamos sufriendo hoy