Quienes me conocen saben lo que pienso del exagerado electoralismo de algunos para supuestamente combatir a la dictadura gobernante. No me canso de repetir que lo electoral es muy importante en una democracia, pero no es lo único, ni siquiera lo más importante. Mucho menos en una verdadera tiranía que no terminamos de visualizar como tal.
He sido partidario del desconocimiento integral del régimen, de la invocación de los artículos 333 y 350 de la Constitución para darle soporte a una resistencia encaminada a provocar el cambio. La idea de abrir camino a una transición para recuperar la vida en libertad y democracia es compartida por la inmensa mayoría de la nación. Quedó claro con los resultados de la elección parlamentaria de 2005, en las múltiples manifestaciones de protesta, en el costo en vidas y privación de libertad a centenares de compatriotas desde los inicios de esta tragedia, por cierto, algunos bastante olvidados, todo lo cual debe ser reivindicado.
Para alcanzar el objetivo es necesaria la unidad real de todos los sectores. Sin exclusiones, a conciencia de que esta unidad puede ser dinámica y diferenciada siempre y cuando el objetivo final sea compartido. Vistas así las cosas hay que descartar esa fijación de algunos con relación a los “espacios”, a la convivencia que sirve para “estabilizar” la situación actual congelando los anhelos de cambio de la nación. Por supuesto que las fuerzas armadas, al menos los sectores limpios que existen en su seno, son fundamentales y serán de gran utilidad en la tarea de la reconstrucción nacional.
Por todo esto y mucho más fui de los ingratamente sorprendidos por los mal llamados diálogos, encuentros, negociaciones o exploraciones concretadas en República Dominicana y por la falta de transparencia reflejada en las confusas declaraciones de los protagonistas tanto con relación a estos hechos como a la naturaleza de la mediación de los países señalados y del rol que ha jugado y juega Rodríguez Zapatero en todo esto.
No estuve de acuerdo en participar en las elecciones de gobernadores diferidas desde el año pasado, convocadas apresuradamente dejando fuera lo relativo a los Consejos Legislativos Regionales, instrumentos básicos de gobierno en los Estados. Quedó de lado el rechazo al CNE, al TSJ, a la manipulación con la Fiscalía General y también el mandato de la consulta popular del 16 de julio imponiendo obligaciones y una línea desatendida para la acción opositora.
Sin embargo, planteadas así las cosas, a estas alturas no llamaré a nadie para que se abstenga. El que quiera votar que lo haga. Es un problema de conciencia y ojalá pueda demostrarse, una vez más, donde está el pueblo y se atiendan sus reclamos. El triunfo de Juan Pablo Guanipa en el Zulia, será un paso largo en la lucha por la descentralización y la autonomía de las regiones.
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