Definitivamente y sin ningún lugar a dudas el representante legítimo y autor de las elecciones es el mismo Dios, Jehová, el Eterno Todopoderoso, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Y me atrevo a decir sin temor a equivocarme que ÉL, es la expresión máxima de un verdadero demócrata. Entendió y enseña, que el ser humano debe dársele la oportunidad para que haga las elecciones que a su propio criterio y como parte del libre albedrío quiera hacer. Sean buenas o malas. Esto está plenamente demostrado en el momento mismo de la Creación. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” Gen.2:15-17.
¿Acaso no podía Dios hacer que el hombre obedeciera su orden? ¿No podía Dios a través de su omnipotencia colocar el gen de la obediencia en la criatura y así quitarse de encima los actos absurdos del ser recién creado? ¡Claro que podía!. Pero entonces la Creación no sería perfecta. Para Dios no tenía sentido crear un autómata, por cuanto nadie puede obligar a nadie a hacer una cosa que no quiere y eso es lo que hacen los autócratas, imponen la obediencia por la fuerza de sus ambiciones personales. Caín y a Abel es otro ejemplo. Se les indicó la manera cómo debían a adorar a su Creador para que pudieran tener las bendiciones y la prosperidad prometida. Debían elegir bien o afrontar las consecuencias y Caín hizo una mala elección.
Cuando Dios ungió a Saúl como rey de Israel sabía perfectamente cuál sería el destino de este hombre y de su pueblo. Sabía que la arrogancia y la prepotencia incubada por el pecado en el individuo sería su propia perdición. Por ello, diseño un sistema particular para que sus elegidos fueran gobernados por jueces, con directrices establecidas por él y no por reyes como los demás pueblos idólatras. Sin embargo, ese pueblo terco, tozudo y prepotente insistía, “danos un rey”. “Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.
Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” 1Sam.8:4-7. Los israelitas hicieron su elección. Mala, muy mala. Al tiempo, el rey Saúl se suicidó y el pueblo cayó en la mismísima ruina. Pero Dios respetó la decisión de ellos elegir su gobernante.
Estas enseñanzas más que una referencia religiosa son lecciones de historia y deben enseñarnos a respetar las decisiones de los pueblos a elegir sus gobernantes. Obviamente, y eso está más que demostrado, nadie, que haya llevado su vida lejos de las enseñanzas de Jesús hará un gobierno de verdadero beneficio para las grandes mayorías. O sea, cualquier elección que Ud. haga en relación a sus gobernantes próximamente, no será nunca garantía de nada. Así que, si Ud. es cristiano, no se afane en promover candidaturas humanas, predique a todos la Salvación que para eso fuimos llamados. ¡Hasta el martes Dios mediante! Próximo ARTÍCULO “ELECCIONES” PARTE II [email protected]. William Amaro Gutiérrez