En la Escuela Granja Bolivariana Héctor Rojas Meza, en Cabudare, los delincuentes no dan tregua. Esta institución ha sido blanco de robos, todos denunciados ante los organismos de seguridad, sin obtener resultados positivos.
Pese a que la escuela tiene una cerca perimetral, a su alrededor están las hectáreas enmontadas que en teoría deberían ser los sembradíos, pues ese fue el propósito inicial de la institución considerada piloto y modelo. Hoy esos espacios sirven de guaridas para los antisociales, que se aprovechan para ocultarse y sorprender a los representantes y todo aquel que transite por el camino de tierra.
La zona es utilizada para acortar camino hacia los sectores El Roble, El Asfalto, Los Pinos, La Mata y Brisas de Rosinés.
El miércoles en la mañana, tres representantes fueron sorprendidos a escasos metros de la entrada de la institución, cuando se dirigían a buscar a sus hijos. A punta de pistola, los forzaron a entregar sus pertenencias y se desaparecieron entre la maleza.
Ayer, un par de motorizados de la Policía del estado Lara hacía recorrido para tratar de ubicarlos, pero la búsqueda fue infructuosa.
En la semana anterior, los delincuentes se atrevieron a violar la cerca de seguridad y hurtaron los cuatro cauchos del autobús escolar, además robaron todo el cableado de electricidad y hasta el sol de hoy, la escuela está sin luz.
En anteriores hechos, han hurtado dos bombonas grandes del comedor escolar, aires acondicionados y doce computadoras.
La situación de la delincuencia en la escuela ha llegado a un punto tan crítico, que en la temporada escolar pasada, un sujeto armado entró en pleno horario escolar y amenazó a los docentes frente a los alumnos. En esa oportunidad, robó siete celulares inteligentes.
Según el testimonio del personal de la institución, el hombre fue detenido y actualmente está en proceso de juicio.
En otra oportunidad un vigilante también fue amarrado y amordazado por antisociales que entraron a ubicar equipos de valor.
Las autoridades policiales se han limitado a hacer breves recorridos por la zona, pero no son frecuentes. Docentes y representantes exigen un punto de vigilancia permanente, pues cada día, la zona es más peligrosa.
Aunque la institución tiene cinco vigilantes nocturnos, sólo cumplen una tarea de prevención.
Directivos, personal docente, obrero, administrativo y comunidad unirán fuerzas para hacer una limpieza de las adyacencias, una vez más solicitan apoyo a la alcaldía del municipio Palavecino. El año pasado, cuando los alumnos recuperaron las áreas para sembrar maíz y caraotas, los antisociales se adueñaban de las cosechas.