Va Pensiero – La servidumbre voluntaria

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Muchos venezolanos nos preguntamos por qué un régimen que tanto nos ha degradado en la calidad de vida, cuenta aún con suficiente apoyo como para no sentirse obligado asalir huyendo. En realidad la pregunta es mucho más general: ¿Por qué los pueblos soportan tanto ser gobernados por quienes los maltratan y los llevan incluso a situaciones de muerte?
Ya en la antigua Grecia los filósofos reflexionaron acerca del poder y sus abusos, pero concentrándose en las conductas de los tiranos. Fue mucho más tarde, en el siglo XVI, cuando Etienne De la Boétie propuso, a los 18 años, un enfoque novedoso: lo hizo en “El discurso sobre la servidumbre voluntaria”, publicado años después de su muerte. Él observó un hecho que hoy sabemos es fundamental: qué los seres humanos, siendo muchos aceptan someterse a la voluntad de unos pocos y se preguntó el porqué de esto.

Por supuesto, desde entonces, la pregunta ha sido reformulada y respondida de muchas maneras. Locke, Hume, Montesquieu, Rousseau fueron algunos de estos hombres que ampliaron la visión de De la Boétie. En los años ’50 Hannah Arendt describió los mecanismos de los totalitarismos y cómo estos despojan de la voluntad de rebeldía a los pueblos a los que somete. Más recientemente aparece el estudio del Síndrome de Estocolmo, una reacción psicológica que ocurre cuando las víctimas de alguna forma de violencia se sienten atraídas por quienes las maltratan. Así las victimas justifican a sus maltratadores y hasta terminan enamorándose de ellos.

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Si bien el Síndrome de Estocolmo se ha estudiado en grupos pequeños de secuestrados, cabe preguntase si es aplicable a una parte importante de la población de un país. Hay, aparentemente, similitudes entre el maltratado –el pueblo, el público, los ciudadanos- y el maltratador: el gobierno, el dictador, el régimen. Pero aparte de estas similitudes, no puedo afirmar más nada, dado que no soy científico social, sino un aficionado a elucubraciones políticas, históricas y filosóficas. Pero ya Etienne De la Boétie ha dado respuestas plausibles que no dependen del número de involucrados.

El sometimiento ha ocurrido poco a poco, nos hemos ido adaptando a una situación cada vez mas grave sin rebelarnos hasta que la opresión se nos volvió una costumbre. No falta, por supuesto, el factor ideológico por el cual el chavista, incluso dándose cuenta de lo mal que está, sueña convencido de que a la final, su ideología le dará la razón: vendrán tiempos mejores, de modo que las victimas pueden estar tranquilas y seguir leales al opresor.

Muchos no se rebelan porque sacan algún pequeño provecho de la relación que, si se rompe, resultaría en un desastre para ellos: bolsas CLAP, carnets de la patria, acceso a viviendas,pensiones, etc. En otras palabras: aunque el opresor destruya el país, para el oprimido sigue siendo esencial defender al opresor porque si no pierden los dos: es la situación bíblica: mi primogenitura a cambio de un plato de caraotas, la patria por una bolsa CLAP.

La lealtad al abusador se vive como una relación mágica con el poderoso, una fuerza que mantiene al abusado al servicio del abusador. El abusado permanece en un estado de encantamiento: por un discurso mesiánico, discurso que crea una confianza absoluta en el líder y de que éste si sabe lo que hace, aun si en la práctica lo que hace es un desastre. Así, el abusado termina por perder contacto con la realidad.

A pesar de su aguda y original visión, el error de Etienne De la Boétie es el de ubicar la posibilidad de la rebeldía en el individuo, pero el caso es que su opresión es ejercida no por un individuo, aunque así parezca, sino por una institución, una organización política, una organización compleja, etc. y solo construyendo un contrapoder más o menos de la misma fuerza podrá liberarse. Este error, que en política de masas es un error garrafal, no desmerece para nada el planteamiento inicial de Etienne de la Boétie.

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