De la misma forma que un temblor de tierra libera energía acumulada en la roca durante años, el sismo que sacudió a México el 19 de septiembre liberó una poderosa y positiva energía social que podría transformar permanentemente la vida política del país.
Cadenas humanas para recoger escombros, miles de voluntarios para apoyar los trabajos de los rescatistas, donaciones por doquier: la sociedad mexicana mostró lo mejor de sí misma en medio de la tragedia.
El país saludó emocionado a los héroes comunes y corrientes que ayudaron a salvar vidas, como el joven en silla de ruedas que fue visto limpiando las ruinas con sus manos desnudas en imágenes que dieron vuelta por las redes sociales.
«Si pudiésemos tener políticos como tú», le dijo un comentarista de una cadena nacional de radio.
El poder ciudadano demostró su fuerza y su potencial para cambiar un país afligido por la letanía cotidiana de crímenes y corrupción.
Casi fatalistas frente a la descomposición de su sociedad, los mexicanos de pronto hallaron en la movilización posterior al sismo un estallido que les devolvió el orgullo y una razón para creer en el futuro.
El terremoto «nos sacó de nuestro letargo y nos demostró que en sólo 50 segundos podemos ser otro país», dijo el popular actor Eugenio Derbez en un mensaje a sus conciudadanos.
«No el país de los políticos corruptos (…), no el país de los mexicanos que asaltan, que transan, que roban, que engañan, sino el país de los mexicanos que, como hoy, salen a la calle a arriesgar su vida para rescatar a otros, a regalar comida a quien lo necesita», afirmó.
Manos que tejen un futuro
Evidencia del orgullo recuperado, las banderas mexicanas aparecieron sobre los autos, las calles e incluso en los cascos de los rescatistas y voluntarios.
«Tú puedes, eres mexicano», se podía leer en una pancarta instalada delante de las ruinas de un edificio.
«Les mostramos al mundo que somos un gran pueblo», se felicitó un oyente de Radio Formula.
La tragedia, que dejó más de 330 muertos, podría hacer surgir una sociedad civil consciente de sus fuerzas y deseosa de tomar las riendas de su destino político, con el riesgo de causar un cortocircuito en las instituciones y los partidos.
En la zona de Roma, fuertemente golpeada, surgieron espontáneamente toda suerte de espacios ciudadanos tras el temblor: sus habitantes ofreciendo ropa, comida, cuidados médicos, juegos e incluso consejos jurídicos, al estilo de movimientos ciudadanos como los «Indignados» y «Occupy Wall Street».
«El sismo de 7.1 grados de magnitud le recordó a una gran y maravillosa mayoría, que en sus manos se teje, también, el futuro de nuestro país», subrayó la periodista Yuriria Sierra en su columna en el diario Excelsior.
Año electoral
Esta demostración de fuerza y solidaridad podría tener un peso sobre la vida política y social de un país que se aproxima a un año electoral particularmente denso.
No menos de 3.000 cargos de elección popular estarán en juego en 2018, incluyendo el de presidente de la República.
Desde el sábado, el historiador Enrique Krauze, importante figura intelectual del país, pide la creación «inmediata» de una comisión nacional para la reconstrucción en la que participaría una delegación de jóvenes, punta de lanza del movimiento ciudadano que ha invadido las calles de la capital.
Los partidos políticos deben realizar al menos «diez debates» públicos, exigió, al considerar que México hasta el momento «es una democracia que no tiene debates».
Frente a esa amenaza potencial, y mientras las acusaciones de corrupción se amplifican ante acusaciones contra el gobierno del estado de Morelos (centro) por desviar ayuda para fines clientelistas, la clase política intenta retomar la iniciativa.
El presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI, derecha), Enrique Ochoa, anunció que su partido renunciaba a 258 millones de pesos de financiamiento públicos (unos 14,3 millones de dólares) que serán destinados a la reconstrucción.
Añadió que su partido, el mismo del presidente Enrique Peña Nieto, apoyaría una iniciativa destinada a privar de todo financiamiento público a los partidos políticos en 2018, una medida tachada de «demagógica e irresponsable» por el expresidente del Instituto Nacional Electoral, Luis Carlos Ugalde.
Para Krauze, si el terremoto de 1985 «fue el dramático bautizo de la sociedad civil», el del 19 de septiembre de 2017 «debe ser el bautizo de una nueva era de solidaridad» en el país.
«De estos escombros rescatemos la salida para México, con nuestras fuerzas y recursos. No mañana: hoy», apuntó.