Hay quienes dicen que le temen a la mejoría del enfermo grave. Es presagio de muerte súbita. El enfermo es el gobierno, cree nadar en aguas tranquilas. Pero la procesión va por dentro y por fuera. En el interior del PSUV, del militarismo que lo apoya, crece la desesperanza. Se duda del equilibrio mental del mandatario.
Pareciera que después de cuatro meses de luchas y asesinatos de estudiantes, todo hubiera quedado atrás. El régimen ha logrado una extraña paz. Así sucedió en República Dominicana, cuando Chapita Trujillo asesinó a las hermanas Mirabal. El fin de esa dictadura era inminente. Maduro no encuentra cómo convencer al mundo de su bondad. Con el dinero de los venezolanos arruinados, envía ayudas de solidaridad a Estados Unidos, México, Cuba, Barbudas. Va a buscar ayuda de los islámicos a Kazajistán, gobernando un país católico.
No va a las Naciones Unidas y vuelve lo del atentado. Es la vulgarización del atentado que ya se convierte en manía persecutoria y desprestigio de los servicios de inteligencia de Venezuela. Ni el mismo Fidel Castro le tuvo miedo a Nueva York. Maduro no necesita que le tiren piedras en la primera avenida de Manhattan, se las han lanzado en Margarita y San Félix, en las redes, en la prensa, en la opinión pública internacional.
Y cómo iba a ir a la ONU en este septiembre, en una Asamblea donde más de 17 presidentes del mundo, denunciaron a la dictadura venezolana como violadora de los derechos humanos y secuestradora de la voluntad nacional. Cancilleres de doce países se reúnen en Lima para hacerle seguimiento a la situación venezolana. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas sigue insistiendo en las graves torturas que sufren los presos políticos. Alemania, Francia, España, Italia, El Vaticano y Suiza están a punto de concretar medidas económicas contra la dictadura venezolana, con posibilidades de que las siga la Unión Europea. El listado de personeros venezolanos inmersos en corrupción y otros delitos emitido por Canadá le ha dado la vuelta al mundo. La propia China ha pedido suspender los préstamos.
Se trata de un Nicolato acorralado. No es que estemos impacientes por ver que la comunidad internacional pase del dicho al hecho. Pero la situación económica de Venezuela se agrava día a día. Varias líneas aéreas internacionales han cancelado sus vuelos a Caracas. Silencioso es el desempleo creciente de las empresas que despiden trabajadores porque no pueden con la carga sorpresiva de los aumentos de salario. La inflación ha llegado a más del 700%. En los pueblos del interior no llegan los alimentos de la cesta básica. Escasea la moneda y se obliga a la gente a pagar con el dinero plástico. La Fiscal Ortega denuncia desde el exterior el robo de los dineros públicos. Cuba y Rusia proclaman el control del país y se llevan la riqueza de esta tierra.
Al Nicolato hay que decirle lo que escribiera Santiago Ramón y Cajal: “Poco vales si tu muerte es deseada por muchas personas”.