Ni que seamos videntes o adivinos podríamos saber qué es lo que hay en la mente de quienes nos gobiernan y manejan las políticas económicas de nuestro país, pues en tantos años de lucha constante en el mundo de los negocios, las industrias y los trabajadores del campo y el mediano productor, jamás se había visto semejante y grave situación económica.
Es inimaginable e imposible de entender mantenerse arropado por la crisis desesperante que no deja a nadie producir y mantenerse en el mercado, viendo cada día el panorama más oscuro, como si hubiesen decretado la inoperatividad, el derecho a pensar, el derecho a trabajar por el país, el derecho a construir, generar empleos y no destruir.
Es agobiante sentirse por culpa de otro con las manos atadas, sobre todo quien está formado y acostumbrado a no depender de nadie, a producir y generar riquezas por el país, producir y compartir sin preguntar quién consumirá lo que yo produzco; así piensan y siempre han pensado sobre todo el productor del campo que no piensa en vacaciones ni en días que para los demás no son laborables.
Qué podemos ofrecerle al mundo de nuestro país, donde la inflación es inalcanzable según los estudiosos la más alta del mundo, quién va a querer invertir en un país donde la escasez es el principal problema y nada coincide con la verdad; qué cara de nuestro país le mostraremos al mundo principalmente a los inversionistas si en los últimos años el PIB ha caído 35%, óigase bien 35% en cuatro años, cifra de toda credibilidad en la que los científicos de la economía coinciden.
El desastre económico es un deslave o tsunami que se llevó a todos los sectores productivos en los cachos, ha coartado hasta las emociones e ilusiones. Nadie puede hasta los momentos decir metámonos por aquí, si todo está cerrado o atrapado en la involución; quienes manejan las políticas económicas da la impresión que no piensan en rectificar y de no hacerlo estaríamos viendo cada día más lejos la tan deseada recuperación de nuestro país, tan cerca de la riqueza y tan lejos de la prosperidad.
Quien maneja las políticas económicas en este tiempo jamás han dado pies con bola, da la impresión que no les interesa, sincérense, no saben y punto, ya que están en juego el esfuerzo y el futuro de todos los venezolanos y no venezolanos, el de sus hijos y nietos. Da dolor ver el fruto del esfuerzo de toda la vida, el desgaste de energía, el desgaste sentimental y espiritual de ver lo maravilloso que era este país para todos, por su idiosincrasia, orgullo nuestro y de nuestros antecesores, de nuestros hijos, nietos y nuestros amigos, una sola familia que jamás hemos dudado en desearnos el bien unos al otro.
Sabemos de lo hermoso que es la humildad, si una persona no sabe de algo por qué no le consulta al que sabe; eso no implica ninguna humillación, es mejor oír que hablar y actuar silenciosamente. ¿Será que no conocen aquel viejo dicho: “La humildad, la prudencia, el sancocho de gallina y la corbata a nadie le hacen daño”? ¿Por qué no leen la historia del más fuerte de los dictadores: Juan Vicente Gómez, que lo tildaban de bruto e ignorante y tuvo la valentía de reconocer sus fallas? Solo vean su gabinete ministerial, los mejores del país, y la buena relación con el mundo. ¿Será posible que aquí seamos más brutos de lo que dicen que era Gómez? No lo creo, de todas maneras les recomiendo el libro escrito por el ilustre venezolano Dr. Ramón J. Velásquez, llamado Coincidencias Imaginarias con Juan Vicente Gómez, y se darán cuenta que era menos bruto.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país
José Gerardo Mendoza Durán
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