La antigüedad de las bombas de agua del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda (Hcuamp) caducaron, razón por la cual cada tres meses, aproximadamente, se dañan y, por lo tanto, durante varios días los familiares de los pacientes deben encargarse de subir por sus propios medios el líquido hasta cada piso del edificio.
La explicación la dio Marcial Daza, director del más importante centro asistencial de la ciudad, a propósito de la falta de agua que se mantuvo desde el domingo en la madrugada y hasta ayer miércoles, cuando obreros de Hidrolara cambiaron la pieza dañada de las bombas. Hecho esto, en la tarde, encendieron los aparatos en periodo de prueba.
Para que la solución sea permanente, dijo la autoridad, por lo menos dos bombas deben reemplazarse. La solicitud ya fue hecha ante la dirección regional de salud y esperan respuesta sobre la inversión que oscilaría entre los 50 y 100 millones de bolívares.
Esta semana, había 500 personas internadas en el hospital. Mientras duró la contingencia se suspendieron las cirugías programadas para solo atender las de emergencia. El colapso de los baños en cada piso, pese a la incomodidad que generó , no afectó la recuperación de los enfermos, porque los casos especiales los remitieron al Seguro Social Pastor Oropeza, aclaró Daza.
“Eso anoche (el martes) estaba asqueroso”, describió las salas sanitarias la visitante Johana Escobar , pues aunque los visitantes llevaban detergentes para limpiar de poco servían si por las tuberías no salía agua.
El área de la cocina también funcionó de manera deficiente por la suspensión del servicio de agua, agregó Escobar. Ayer, por ejemplo, el personal no distribuyó el almuerzo.
Denuncian mala atención
De repeticiones innecesarias de exámenes, solicitud de numerosos insumos y trato hostil por parte de algunos médicos se quejaron tres familias provenientes del estado Portuguesa que acompañaban a pacientes en el hospital central, ayer.
El padre de una recién nacida denunció que dentro del centro asistencial hay personas que revenden ilegalmente medicinas y material médico. Una sonda que le pidieron para alimentar a la bebé se la ofrecieron con el sobreprecio de 30 mil bolívares.
Una mujer, que pidió la reserva de su nombre por temor a que sus declaraciones afectaran la atención a su familiar, acusó el trato grosero de parte de algunos médicos, especialmente, a la población foránea: “Si ellos juran dar el servicio a la gente, no se la pueden negar a nadie”.