Dos tercios de los alcaldes catalanes han tomado partido por el referéndum de autodeterminación prohibido por Madrid, mientras que el tercio restante rehúsa cooperar, pero todos coinciden en sentirse «bajo presión».
Bromeando sobre su eventual arresto o cantando solemnemente el himno catalán, los 700 alcaldes prorreferéndum -principalmente independentistas, tanto de izquierdas como de derechas- parecían estar tranquilos este sábado, en Barcelona.
Recibidos por la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, y por el presidente de la región, el independentista Carles Puigdemont, contaron con el apoyo de una multitud de manifestantes que les gritaba: «estamos con vosotros».
El primer edil de La Maso, un pueblo de Tarragona de 300 habitantes que forma parte de la Asociación de Municipios Independentistas, Josep Solé, de 74 años, afirmó que «duerme perfectamente» pese a que la fiscalía general del Estado haya amenazado con abrir diligencias o con arrestar a los alcaldes que cooperen con la organización del «referéndum ilegal».
«No me manifiesto a favor de la independencia sino a favor del voto», declaró. «Hace infinidad de años que los catalanes reclaman más poder, sobre todo en el tema fiscal».
«Pedir una opinión no es nada malo en democracia», argumenta Sara Janer, que a sus 26 años es la alcaldesa más joven de Cataluña, independiente.
En Pontils, un pueblo de 120 habitantes, «me eligieron para escucharlos y si el Gobierno catalán da la oportunidad de expresarse, hay que poner las urnas», afirma. «Los catalanes tienen muchas ganas de expresarse, eso sí que es muy evidente».