Cuando se pone el sol y las calles se vacían casi enteras, Barquisimeto sigue en marcha. Los noctámbulos se mueven entre el bien y el mal, la pobreza y el lujo, las deficiencias y los respiros optimistas, una colisión de contrariedades que alimentan esta urbe perteneciente al municipio Iribarren, jurisdicción poblada por 996.320 personas, según datos del censo de 2011 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Asume la ciudad al anochecer los problemas sociales comunes del país agravados los últimos años por un modelo económico fallido. En las avenidas, la necesidad de familias completas toca los vidrios de los carros, las plazas son camas para los indigentes y en los sitios donde los ciudadanos deberían transitar iluminados la oscuridad delata la ineficiencia de las autoridades cuando de asuntos públicos se trata.
Converge en el mismo espacio una cara menos cruda de la realidad, la que deja florecer la ciudad gracias a quienes depositan en esta tierra dosis de fe, allanan el camino hacia el progreso y defienden la esencia guara.Por eso, en las calles de Barquisimeto cuando anochece es posible ver un pelotón de ciclistas que ruedan por la ciudad, aunque carezca de ciclovías, pasar frente a una familia con niños alimentándose en la orilla de la vía gracias a la bondad de otros.
Respiro nocturno
Pese a las adversidades, Barquisimeto guarda reservas para el esparcimiento y reforzadoras del gentilicio. Gastronómicamente, a la capital crepuscular se le conoce como la ciudad donde se ideó el pepito y como pioneros esta es la cena preferida cuando se trata de elegir en un menú de comida rápida. Para satisfacer los paladares hay una amplia gama de opciones.
Entre las más emblemáticas por el carácter popular se cuentan los espacios conocidos como Calle El Hambre.La propietaria de un local de comida rápida en el estacionamiento del Complejo Ferial Bicentenario, Rosario Hernández, reconoce claramente después de seis años en el negocio que el pepito es el favorito de sus clientes y no duda del sabor exclusivo del hecho en casa con pan canilla, carne, pollo, tocineta y papitas naturales.
En otros estados, considera, “no es igual”, razón por la cual su establecimiento atrae comensales de Maracaibo, Valencia, Caracas y Mérida. Aun con una economía difícil, admite otro comerciante, Yeiker Araujo, “este es un negocio que nunca va a parar”.Por otro lado, para recrearse, masificar el deporte y recomendar la bicicleta como medio de transporte en la región se unen en rodadas nocturnas un centenar de integrantes de Ciclismo de Lara, fundando en 2013 y presidido por Alexander Abreu.
En grupo pedalean por la ciudad en rutas de no más de dos horas que suelen atravesar puntos emblemáticos como El Obelisco, el Parque Ayacucho o la Catedral. “Queremos que nos vean”, desea Abreu y progresivamente lo han logrado. Cuando circulan por las avenidas desde los carros les gritan frases de ánimo o colaboran encendiendo las luces intermitentes. Los protege, además, una comisión de la policía estadal y de la Guardia Nacional Bolivariana.
Son optimistas en cuanto al crecimiento que como organización hasta ahora registran, pese a que la urbe carezca de ciclovías y carteles con mensajes de respeto al ciclista.
El hambre en la avenida
Desde las 03.00 de la tarde y hasta que pasa la última unidad de Transbarca a las 09.00 de la noche está comprendido el horario de trabajo de una pareja que limpia los parabrisas de los carros en la avenida Venezuela con Bracamonte. La franja horaria entre las 03.00 y las 05.00 p. m. la reconocen como la “hora pico” en el canal del sentido oeste-ese, porque es cuando las hileras de carros más se alarga en ese lado del semáforo.
El congestionamiento es su mejor ventaja y entre ambos se turnan el cuidado de los hijos de 10, 8, 5 años y una bebé de 10 meses. Con la más pequeña en el regazo la madre de 24 años de edad le quita el sucio a los cristales a cambio de un par de billetes en un trecho de la avenida mientras que su esposo hace lo propio en el mismo lugar.
Según la remuneración, podrán almorzar arepas con huevos y cenar un trozo de pizza y una bolsa de lechosa verde, como sucedió la noche cuando fueron entrevistados.“Entre más temprano estemos aquí mucho mejor”, observa el joven padre, quien quiso omitir su identidad por sentirse vulnerable. Dependen también del clima.
Si llueve, no pueden trabajar. Son enemigos de las protestas en las vías, porque “si hay tranca no tenemos para comer”, justifica el muchacho. Tal posición respecto a las manifestaciones continuas entre abril y finales de agosto les redujo un 70 por ciento las donaciones de comida de organizaciones civiles y grupos cristianos.
“Aquí estamos las personas que de verdad tenemos necesidad”, defiende el hombre y aclara que dependen únicamente de su esfuerzo: “La ayuda es el brazo de uno. Ni los rojos ni los azules (políticos) ayudan”.
Como esta pareja, se dedican a la limpieza exprés de vehículos en la avenida Venezuela con Bracamonte unas 30 personas y algunos son parientes. La esposa del joven que aportó su testimonio, por ejemplo, trabaja en el mismo sitio junto con tres hermanas, todas madres de menores de edad.
Una de ellas vende chupetas para poder alimentarse ella -embarazada y sin saber los meses de gestación porque no se ha hecho ningún ultrasonido- y a sus hijos de 3, 2 y 1 año.Las tres hermanas y sus esposos regresan juntos a la casa de bahareque y latas que comparten en San Jacinto, al oeste de Barquisimeto.
Usan las unidades rojas de Transbarca, pero el día cuando el bus no pasa piden el favor a los conductores de las camionetas que pasan por la avenida después de las 09.00 de la noche. Si tampoco con este medio la suerte los acompaña deben caminar durante dos horas.
La aspiración de ellos, que no terminaron la educación primaria y acumulan 10 o más años desempeñándose como comerciantes informales o limpiando parabrisas, es conseguir un empleo con mejor remuneración, como lo declaró el joven padre de cuatro niños: “Quiero salir de esta avenida. Quiero trabajar en otros sitios, porque este es un trabajo denigrante; la gente cree que es más que uno, pero todos somos iguales”.
Las mujeres suman el deseo de una vivienda en mejores condiciones y para eso creen conveniente un gobernante que se le “ablande el corazón” y no engañe.
Penumbra en espacios públicos
Los últimos meses, por mano de la delincuencia varios espacios públicos de la ciudad han quedado en penumbra, inútiles para la función para la cual fueron creados: el esparcimiento de los ciudadanos.
El Paseo Juan Guillermo Iribarren, el Parque Ayacucho, la Plaza Bolívar, el boulevard Oscar de León en Barquisimeto y la plaza Bolívar de Santa Rosa son cinco de los lugares afectados por el hurto de cables y lámparas ocurridos entre abril, mayo y junio de este año.
Los hampones se hicieron con 172 luminarias de la Plaza Bolívar de Santa Rosa, 48 luces del boulevard Oscar de León, 250 metros de cable del Paseo Juan Guillermo Iribarren, 72 bombillos ahorradores de la Plaza Bolívar de la capital, la bomba de riego y 46 luminarias del Parque Ayacucho y algunas piezas del monumento de bronce, tal como lo especifica el exdirector de la Empresa Municipal de Infraestructura (Emica), ingeniero Víctor Lucena.En el caso del Paseo Juan Guillermo Iribarren, recuerda Lucena, fue recuperado en dos oportunidades durante la gestión del alcalde Alfredo Ramos.
Cada fin de semana, era sede de eventos culturales organizados por el Instituto Municipal de Cultura y Arte (Imca), pero en la nueva gestión y completamente oscuro cesaron estas actividades.En mayo, acondicionaron la Plaza Bolívar, donde, subraya el experto, instalan toldos y estacionan vehículos de carga pesada que deterioran la superficie.
“Mientras exista este tipo de comportamientos es imposible mantener los espacios recreativos. Son para hacer esparcimiento no propaganda política”, enfatiza.No pocas son las avenidas con fallas en la iluminación.
Parte de Los Leones está en esas condiciones. No obstante, la atención de las avenidas en cuanto al alumbrado público corresponde a la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), aclaró Lucena.
Reparar estos daños, puso de relieve la exautoridad, no son prioridad para la actual gestión de la Alcaldía: “Van a gastar un dineral en la reactivación de las ferias. Esos recursos ante esta crisis debieron utilizaron para algo mucho mejor como la salud o la recuperación de espacios tan emblemáticos como la Plaza Bolívar”.