Los automóviles autónomos no saldrán a la venta por un tiempo, pero los barcos autónomos podrían zarpar de los muelles en cualquier momento.
Gracias en parte a la tecnología que se ha venido desarrollando con miras a la producción de autos autónomos, los fabricantes de barcos están construyendo ferries autónomos que surcarán los canales de Amsterdam, barcos de carga que pueden navegar por sí mismos los fiordos noruegos y embarcaciones de control remoto capaces de transportar contenedores a través del Pacífico y el Atlántico. La primera embarcación autónoma podría entrar en operaciones dentro de tres años.
Una embarcación experimental lleva meses esquivando naves grandes y buques de carga en el puerto de Boston. Cuenta con sensores y software que le permiten manejarse sola, y en su casco de aluminio tiene escritas las palabras «nave sin tripulación».
«Tenemos naves totalmente autónomas», afirmó Jeff Gawrys, técnico de la startup de Boston Sea Marine Robotics, sentado al timón mientras la embarcación recorría un canal.
Al timón está sentado el ingeniero en computadoras Mohamed Saad Ibn Seddik pues la nave requiere supervisión humana. Pero algunas de las empresas marítimas más grandes del mundo están trabajando en embarcaciones que no requerirán capitanes ni tripulación. Al menos no en el barco.
Navegación simple
El océano es un «enorme espacio abierto», señala el CEO de Sea Machines Michael Johnson.
Con sede en un astillero de Boston que alguna vez fabricó los clípers (veleros) que tanta importancia tuvieron en el siglo 19, su empresa espera lanzar una nueva era de innovaciones marítimas que podría superar las de los autos y camiones autónomos.
La empresa firmó un contrato con una compañía no revelada en el que se compromete a instalar «el primer sistema autónomo mundial en un contenedor comercial», afirmó Johnson la semana pasada. Estará controlado en forma remota desde tierra firme mientras cruza el Atlántico norte. También se propone vender la tecnología a empresas abocadas a la limpieza de derrames de petróleo y otras tareas complicadas en altamar. El objetivo es ayudar al personal, no reemplazarlo.
Johnson, un ingeniero marino que trabajó en el rescate del Costa Concordia, un barco que se hundió frente a las costas de Italia en el 2012, dice que ese y otros desastres lo convencieron de que la industria marítima «depende demasiado de tecnología del viejo mundo».
«Los humanos se distraen, se cansan», expresó. Las máquinas no.
Automóviles Vs Barcos
Los principios básicos de los barcos autónomos son parecidos a los de los autos. Ambos emplean sensores para estudiar los alrededores, pasan la información a un sistema de inteligencia artificial y emiten instrucciones a la nave.
La navegación acuática puede ser mucho más sencilla que la de los automóviles, según Carlo Ratti, profesor de MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) que trabaja con universidades holandesas en las embarcaciones a ser usadas en los canales de Amsterdam. En los canales, dijo, no hay transeúntes ni bicicletas, y hay estrictos límites de velocidad.
Dado que muchos barcos ya cuentan con controles electrónicos, «será más fácil adaptarlos» para que funcionen en forma autónoma, indicó Ratti.
Capitanes de sillón
Los investigadores ya están diseñando barcos mercantes más eficientes, sin espacios para que la tripulación coma y duerma.
Al principio al menos, estas naves serán solo parcialmente autónomas.
Contarán con capitanes de sillón, en remotos centros de operaciones, que podrán manejar varios barcos a la vez. Cuando las naves estén en mar abierto, no obstante, podrían necesitar humanos que tomen ciertas decisiones.
La automatización de los barcos es un proceso que ya lleva años.
«Hace 150 años había más de 200 personas en un barco de carga. Ahora tienes entre 10 y 20», destacó Oskar Levander, vicepresidente a cargo de innovaciones en la rama marítima de Rolls-Royce.
Las reglas del mar
Los barcos autónomos plantean serios desafíos. Pare empezar, al no tener tripulación podrían ser vulnerables a la piratería o al robo por parte de hackers que se apoderan del sistema de control. Además, deberán ganarse la confianza de la gente: Un buque cisterna con petróleo que se aproxima a una ciudad grande sin tripulación puede generar más inquietudes que una nave que transporta bananas.
Viejos tratados marítimos dicen que toda embarcación «debe tener suficiente tripulación». Pero la Organización Marítima Internacional ya inició un estudio del impacto que pueden tener las embarcaciones autónomas en la seguridad y el medio ambiente.