-Sentí un frenazo. Alguien gritó y vi una luz. Me tapé así- dijo Diosaimir Bayona cubriéndose los ojos hinchados con el brazo. Esa fue la reacción de su cuerpo antes de que la buseta Encava en la que viajaba desde Maracaibo volcara en el sector La Coposa, municipio Torres, de la carretera Lara-Zulia. Su padre, Diosemiro Bayona, se golpeó tanto que quedó moribundo y su madre, Tibisay Quintana, perdió el brazo.
Por lo menos siete vueltas dio el bus antes de estabilizarse con los cauchos apuntando al cielo. Cuando se detuvo, la joven alumbró con la linterna del teléfono para buscar la manera de salir. Vio un brazo desprendido, cabezas sangrando y desorden, mucho desorden. Cuando sacaron a su padre todavía tenía pulsaciones.
-Mi papá estaba vivo, pero los bomberos no quisieron atenderlo. Dijeron que había otros con más oportunidad (de salvarse)- lamentó la mujer nativa de La Guaira.
Su padre, un enfermero de 60 años empleado del hospital del estado Vargas, fue uno de los ocho pasajeros fallecidos en el accidente sucedido la madrugada de este sábado, minutos antes de la aurora.
Las víctimas iban en un bus Encava de la línea Islamar de 49 puestos que había salido desde Maracaibo y se dirigía a Caracas. Contra esta unidad chocó una Encava de 32 puestos perteneciente a la línea Conductores Unidos que se desplazaba en sentido opuesto, había salido del Terminal La Bandera en la capital del país e iba con rumbo al estado Zulia. El conductor de esta invadió el canal izquierdo y golpeó la otra buseta por la parte lateral con tanta fuerza que provocó el vuelco hacia un lado de la vía.
-Es triste que la inconsciencia de una persona acabe con la vida de otras- opinó Alfredo Quero, uno de los 52 ocupantes del bus de 49 puestos, tres de los cuales iban de pie. Cuando los vidrios de las ventanas estallaron algunas esquirlas le cortaron la cara. Tenía los ojos húmedos de sangre y aun con la vista nublada atendió todos los gritos de auxilio que pudo.
Entre quienes recibieron su ayuda estaba Magali Mendoza, la madre de una adolescente de 12 años que murió atrapada entre los amasijos. Mendoza y su hija iban de regreso a casa en la capital del país, luego de que la jovencita pasara vacaciones en Maicao, Colombia.
-Era la mejor hija del mundo. Muy linda- halagó entre sollozos Mendoza desahogando el dolor no por la herida que tenía cerca del ojo sino por la pérdida de la jovencita, bailarina en formación y próxima a estudiar primer año de bachillerato, etapa que la tenía “muy entusiasmada”, recordó la madre.
Antes del vuelco, ambas conversaban porque a pesar de que la luz del sol aún no aparecía la mayoría de los pasajeros estaba despierta, pues unos 20 minutos antes habían pasado el peaje Jacinto Lara y allí los funcionarios del punto de control de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) les pidieron bajar para la revisión del equipaje.
-A las 05:30 de la mañana moriste, mami -se desgarraba diciendo la señora Mendoza y se castigaba con la idea de no haberla podido salvar, de buscarla en Maicao de sus vacaciones un desafortunado día.
En la misma unidad donde iban la menor y el señor Bayona también perdieron la vida Edgar Alexander Gutiérrez Avendaño (33), Juan Carlos Consuegra Vergara (49), Argimiro Alfonzo Martínez (43), Gabriel De Jesús Cadeño Delghans (23), Erianny Vizet González Bellorín (18) y un hombre que no llevaba ningún documento útil para identificarlo.
A los choferes de ambos autobuses, José Gregorio González Jaspe y Nelson José Figuera, los detuvo como parte de la investigación la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y el mismo organismo notificó a la Fiscalía Octava de Carora. Antes de la aprehensión ambos fueron atendidos en el Hospital Pastor Oropeza de Carora. Solo presentaron heridas leves.
En el centro asistencial de la capital torrense atendieron a todos los lesionados, 24 en total, entre los cuales había una niña de 08 años y otra de 01. Otros tres fueron trasladados al Hospital Central Universitario Antonio María Pineda (Hcuamp) por lo severo de las heridas: Tibisay Quintana, de 57 años, con amputación traumática del brazo; Andreína Fernández, de 20, con traumatismo en la pierna y cortaduras en el rostro; y Donys Herrera, de 30, con traumatismo grave en el hombro y brazo.
En más de 40 años trabajando con transporte Luis Barrios, colector de la buseta donde quedaron aprisionados los ocho cuerpos, nunca había sido testigo de una emergencia similar, donde todos gritaban y los que podían se movían desesperados para salir mientras esperaban que el Cuerpo de Bomberos del Municipio Torres y los rescatistas de Protección Civil los auxiliaran. Pese a que a unos cinco kilómetros hay población, faltaron voluntades. En lugar de ayudar, comentaron algunos pasajeros, se acercaron personas para cargar con objetos desperdigados en el sitio del siniestro.