Hace 365 años la imagen de la Virgen María se apareció ante el indio Coromoto, mientras éste atravesaba un riachuelo.
El 8 de septiembre de 1652 el cacique se encontraba con sus familiares cuando se percataron de una dama extremadamente bella, quien les dijo en su lengua, «vayan a casa de los blancos y pídanle que les echen agua para poder ir al cielo».
Coromoto no hizo caso a la orden y continuó adentrándose en la selva, días después, el 11 de septiembre la Virgen se le reapareció y le entregó un pedazo de corteza de árbol con su imagen.
Debido a esto, la Iglesia Católica adopta esta segunda aparición como la fecha para adorar a la Virgen de Coromoto y en el año 1996 el Papa Juan Pablo II la coronó en su visita al Santuario mariano en Guanare.