El papa Francisco exigió este viernes «verdad» y «justicia» para los millones de víctimas del largo y sangriento conflicto colombiano. «Resulta indispensable también asumir la verdad (…). La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia.
Juntas son esenciales para construir la paz», dijo el pontífice en un emotivo acto que reunió a víctimas y verdugos arrepentidos en la ciudad de Villavicencio (centro).Francisco se enfocó en los cerca de 7,5 millones de muertos, heridos y desplazados que deja por ahora este conflicto que involucra a guerrillas, paramilitares, agentes del estado y narcotraficantes.
El pontífice argentino, que apoyó el acuerdo de paz con la guerrilla marxista y hace lo propio con los diálogos con el ELN, el único grupo rebelde activo, encabezó en un parque un multitudinario y colorido acto, inédito en las tres visitas papales que ha recibido Colombia.
Sobre un inmenso escenario, sentado y visiblemente emocionado, Francisco escuchó testimonios desgarradores bajo la figura del Cristo de Bojayá, mutilado durante la masacre de 79 civiles que se resguardaban en un templo de combates entre las FARC y paramilitares.
Entre las víctimas que hablaron estaba Pastora Mira García, que perdió a su marido y a sus dos hijos en diferentes hechos de violencia. «Ahora coloco este dolor y el sufrimiento de las miles de víctimas de Colombia a los pies de Jesús Crucificado, para que (…) sea transformado en bendición y capacidad de perdón para romper el ciclo de violencia de las últimas cinco décadas en Colombia», dijo la mujer.
El papa también escuchó con atención los testimonios de Juan Carlos Murcia, que en sus 12 años en las FARC perdió la mano izquierda manipulando explosivos, y el de Deisy Sánchez, reclutada por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que fue el principal grupo paramilitar y se desmovilizó en 2006.
La cuestión de la verdad y de la justicia es una de las más espinosas del posconflicto. El acuerdo con las FARC prevé que los responsables de delitos atroces, incluidos agentes del Estado, eviten la cárcel si confiesan sus crímenes, reparen a las víctimas y prometan nunca más ejercer la violencia.
El pacto es rechazado por amplios sectores encabezados por la influyente derecha por considerarlo indulgente con la rebelión comunista.