Hoy viernes 8 de septiembre, Carora cumple 448 años de haber sido fundada en 1569 por el capitán español Juan del Thejo, cuyo nombre inicial fue Nuestra Señora de la Madre de Dios de Carora.
Esta localidad pertenece al municipio Torres, cuya extensión geográfica es la más grande del estado Lara con una superficie de 6.954 kilómetros cuadrados y una población de 199.515 (censo de 2011) siendo el segundo municipio más poblado de la entidad, detrás de Iribarren.
En el peor atraso y abandono
Pese a la fecha, los caroreños manifiestan que no hay absolutamente nada que celebrar en las calles, sectores y urbanizaciones de esta urbe que está sumida en el abandono por parte de las autoridades municipales, regionales y nacionales.
En primer lugar no se puede estar feliz sin contar con agua permanente como años atrás en los hogares de la árida ciudad, por falta de voluntad de los gobernantes de acometer un sistema de aducción eficiente y una política de obras hidráulicas que transporten el preciado líquido que abunda en sus represas Los Quediches, en la Lara Zulia; la cuatricentenaria Ricardo Meléndez Silva en Atarigua, y de ser posible la denominada El Ermitaño, en la parroquia El Blanco (Quebrada Arriba).
La fiesta de Carora hoy se convierte en otra tragedia más de este país entre los miembros de las familias, obligados a salir a las calles a cazar un camión cisterna para llenar pipas y tanques azules en pleno centro de una ciudad, a la que nunca le faltó el agua ni de día ni de noche, y tampoco necesitó en esa época de buena calidad de vida al contrario de hoy costosas bombas para extraer agua a presión de las tuberías cuando logra ser enviada o se cumple el cronograma de contingencia de Hidrolara acordado desde que se apagaron los motores en Los Quediches.
Anarquía en la zona centro
En lugar se constituir espacios públicos para el libre tránsito peatonal y el encuentro social caroreño, las aceras y plazas del centro de Carora se encuentran hacinados de buhoneros. Impera el desorden y la anarquía.
Las aceras de la avenida Francisco de Miranda, frente al grupo escolar Ramón Pompilio Oropeza, principal fachada de la ciudad, actualmente se encuentran abarrotadas por verdureros, tarantines y chozas improvisadas quienes les robaron estos espacios a la gente que a cada momento se ve obligada a caminar por en medio de la calle, poniendo de esta manera en peligro sus vidas.
Este es el ambiente que reina en Carora este viernes en su cumpleaños, con sus calles sucias de restos de basura lanzados a los cuatro vientos por estos informales, sin pintura amarilla que demarque sus islas, ni pintura blanca que resalte las aceras y los rayados peatonales en las intersecciones y debajo de los semáforos.
Las plazas, comenzando por la que lleva el nombre del Libertador, están abandonadas a sus anchas.
Basta pasar en horas de la noche por la plaza Bolívar para verla a oscuras, pese a que se encuentra frente a la Catedral San Juan Bautista y en la Zona Colonial, por cierto, a punto de desaparecer por la desatención gubernamental a este patrimonio histórico de la nación.
Una prueba de la desidia se palpa con la ausencia de lo que una vez fue el Templo San Dionicio, ubicado en la calle Torres entre calles San Juan y Comercio, también en la Zona Colonial.
Este ícono de los templos coloniales caroreños sufrió un progresivo desplome por el avanzado deterioro gracias al olvido y mantenimiento al que debió estar sometido.
Carora intransitable
No hay calle en Carora que no tenga huecos. Toda la vialidad interna de la ciudad está completamente deteriorada.
Las urbanizaciones, sectores y zona centro presentan cráteres hasta más no poder, y lo peor es que no se anuncia por lo pronto desde la alcaldía una política agresiva de bacheo o reposición de la capa asfáltica de calles como la Lídice (Barrio Nuevo), Vargas (Carorita), Carabobo, Sucre, Ramón Pompilio (Zona Centro) y El Carmen (Pueblo Aparte) por mencionar un mínimo porcentaje de la catastrófica vialidad por la cual sufren al transitar miles de conductores a diario al dañársele el conjunto de piezas del tren delantero, sumamente costosas en el mercado.
En estos 448 años Carora agoniza en su historia.
Las inversiones foráneas están lejos de llegar para que se active y desarrolle de una vez por todas la anhelada zona industrial que genere empleos masivos y diversifique la economía local.
Por el contrario, una importante porción de lote de terreno contemplado para ejecutar el proyecto de la zona industrial de dicha localidad hoy se encuentra invadido de ranchos y centenares de familias que no consiguieron en las políticas nacionales de vivienda un techo digno para sus hijos, y debieron refugiarse en tapas de zinc.
La Zona Colonial, que debería tenerse como un atractivo turístico para potenciar el empleo de artesanos y de todos aquellos trabajadores del área del turismo, está sumergida en un caudaloso río de aguas negras, en una laguna de oxidación que no ha sido posible su optimización.
La falta de luminarias y la inseguridad son dos factores que se unen en esta zona de la ciudad para alejar el poco turismo que pudiera darse, en tanto, sigue ausente el fomento público para dar a conocer de manera directa a propios y visitantes la historia de este majestuoso lugar, de los que quedan pocos en Venezuela, y este tiende a quedar extinguido en el corto tiempo si no se atiende desde los entes competentes.
El Morere: Río de excrementos
Los caroreños se jactan al decir tienen un río, como efectivamente lo es, El Morere, solo que por sus aguas navega el excremento de la propia ciudad.
El mismo es vertido a través de una red de cloacas desde la parte baja del poblado, a la altura de la urbanización Campanero.
Atrás quedaron los recuerdos y buenos momentos de lo que una vez fue afluente de bañistas y pescadores.
De manera que si de celebrar se trata, las autoridades de Carora y los caroreños, en quienes reside intransferiblemente el poder de cambiar las cosas, deberían estar más preocupados que alegres por este aniversario, porque Carora en lugar de avanzar va en un marcado retroceso.
