La simplificación es un mecanismo de defensa de nuestra mente para hacer potables y digeribles las realidades más complejas. Misterios tan grandes como la muerte terminan siendo resueltos con mitos como el de la vida eterna en el paraíso, la reencarnación o tantos otros que rutinizan en la sociedad el fallecimiento de las personas. El amor es otra simplificación cultural que sustenta la vida en pareja. En fin, la conciencia humana tiende a simplificar las realidades para estandarizarlas y sortear así las complejidades de la existencia. Sin duda, una ventaja evolutiva.
Pero esa característica humana tan útil para la vida en sociedad, a veces se convierte en obstáculo a la hora de valorar situaciones atípicas y extraordinarias, como por ejemplo es el proceso histórico que se vive en Venezuela. Es normal que luego de los traumáticos cuatro meses vividos, la gente ahora simplifique la dura realidad de una derrota con la premisa de que la MUD vendió la lucha por las regionales, sin advertir cuestiones como que la protesta de calle ya había decaído debido a la cruel represión, el agotamiento y la llegada de las vacaciones escolares. Siempre es más fácil culpar a otro mientras se hace la maleta para emigrar o se vuelve a la rutina por sobrevivencia. En todo caso la dirigencia debe pagar el costo más alto de la derrota y es parte de su responsabilidad. Pero el hecho cierto es que luchamos contra una dictadura que está dispuesta a matar y a meter preso a miles con tal de permanecer en el poder, y ante esa situación solo se puede resistir como se ha hecho y se seguirá haciendo.
No se pudo evitar la materialización del fraude constituyente a pesar de que se intentó de todo. Sin embargo le hicimos pagar al régimen un duro costo que dejó un saldo favorable constatado en las gestiones de la Fiscal General por el mundo, los pronunciamientos de países como Colombia y Francia para citar solo dos especialmente importantes, la pérdida de apoyo de Maduro de personalidades emblemáticas como por ejemplo Gustavo Dudamel, así como peloteros y deportistas. Claro que el saldo de fallecidos, heridos y detenidos es muy duro de digerir, pero ese es el precio que se paga cuando se lucha contra una tiranía. La culpa de esas injusticias es exclusiva del Gobierno y todos tenemos una cuota parte de esa factura. Lo que no podemos hacer ahora es renunciar a la lucha y rendirnos, por lo que toca seguir resistiendo, sin plazos ni fechas de vencimientos. En este sentido, participar en las elecciones regionales cobra sentido, para convertirlas en otro escenario de lucha, que no lo escogimos nosotros sino que se nos presentó como realidad ineludible. En dictadura se resiste marchando pero también votando, haciéndole pagar al régimen el costo de la represión pero también del desconocimiento de la voluntad soberana del pueblo. Al final todo eso suma hasta lograr el quiebre definitivo de la tiranía.
Es difícil valorar los matices de una realidad que nos supera y abruma, por lo que entiendo que se prefiera ver las cosas en blanco y negro, simplificándolas con teorías de conspiración contra nosotros mismos. Satanizar el voto puede ser quizá el mayor error que cometamos, al contrario debemos convertirlo en bandera permanente. Ese es el antídoto contra las dictaduras. La protesta de calle volverá, es cuestión de tiempo, ahora en formato social ante la agudización de la crisis económica. Mientras tanto, no podemos abandonar ningún tablero y debemos participar en elecciones, protestar, denunciar y sobretodo mantener la agenda internacional tan importante en esta etapa. Al final del día, el gobierno no ha resuelto ninguno de sus problemas y solo cuenta con nuestro desánimo y abstención. Lo que estamos viviendo es muy duro e inédito, y no hay simplificación que valga, debemos asumir la complejidad del conflicto y actuar estratégicamente. Levantémonos y sigamos luchando en todos los terrenos, de eso se trata la resistencia, la cual no comenzó hace unos meses ni mucho menos ha terminado, es un proceso histórico, complejo, pero necesario.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
José Ignacio Guédez
Twitter: @chatoguedez