FOTOS: Cruel asesinato de abuelo en el oeste

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Fueron tres sujetos que ingresaron a la fuerza en su rancho, en el que dormía con su pareja, un adolescente y dos niños.

Cubrían su rostro con unas franelas mientras, con escopetas mano, golpeaban al hoy occiso y a su hijo de 17 años de edad.

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El nombre de la víctima fatal es Ernesto Alexis Torres Perozo y tenía 57 años de edad.

El cruel asesinato fue cometido en la invasión Villa Esperanza II, situada a un lado de la avenida Florencio Jiménez de Barquisimeto, específicamente a la altura del kilómetro 16 de la vía a Quíbor.

Los hombres irrumpieron en la vivienda a eso de las 3:00 a.m. de este sábado.

Contaron testigos del hecho a EL IMPULSO, este sábado y en la misma escena del crimen, que los homicidas derribaron una de las puertas -la del frente- y amenzaron con “balear el rancho” si no habrían la segunda.

“Él tuvo que abrir porque estaban los niños”, dijo la hija del hoy occiso, Adela Torres.
Luego sometieron a los presentes y empezaron a insultar al hoy difunto.

“Chamo, cómo me vas a hacer esto si yo te conozco”, decía Ernesto Alexis mientras lo golpeaban con la cacha de una escopeta.

Mientras tanto, los seres queridos suplicaban que lo dejaran quieto.

“Por favor, déjenlo. Cómo lo van a matar si es un viejito”, es lo que le decían familiares a los asesinos del hombre que era conocido como Kiko.

Narró Adela que, uno de los sujetos -todos de aspecto juvenil- sacó un cuchillo y lo clavó en el cuello de su padre, para después salir corriendo por la parte de atrás de la morada, hacia los cerros.

No se llevaron pertenencia alguna y se habrían desaparecido el arma homicida. Incluso, del bolsillo del cadáver de la víctima fatal, las autoridades sacaron una paca de billetes que entregaron a familiares posteriormente.

Creen que no lo dejaron con vida por haber reconocido al menos a uno de los antisociales.

Familiares aseguraron desconocen el por qué del espantoso delito.

Afirmaron que Kiko era una persona trabajadora, que limpiaba en la licorería Villa, cercana a El Pescaito de la Florencio Jiménez.

Aseveraron que no tenía problemas con las autoridades ni con vecinos. Normalmente se bebía una botella de cocuy sobre la cama en la que se desangró.

No obstante, algunas personas de la comunidad en la que tenía cuatro años viviendo, declararon que había tenido problemas con un pariente por hurtar una bombona de gas.

Tras la partida del hoy occiso quedan sin padre 10 hijos, casi todos mayores de edad. Era el mayor de siete hermanos.

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