Ni las armas ni la fuerza del poder han sabido nunca persuadir, basan su función en obligar, someter y ordenar a quienes están bajo su mando y eso no dura ni aceptan los hombres amantes de la libertad.
A las buenas todo, a la fuerza nada. No todos tienen la capacidad de persuadir y convencer a otros para que se dejen llevar mediante el uso de las palabras, lo obedezcan y lo respeten con fundamentos en la mano, con lógica y razón como lo hacen los grandes líderes para que aquellos piensen y decidan lo que conviene a todos.
Si miramos a nuestro alrededor súper saturado de propaganda política, de consumo y milagrosas fórmulas para hacerse rico o famoso, todo esto está relacionado con la persuasión. Reinas, deportistas, los chef o personas que han sobresalido tienen reconocimientos y se han destacado por sus dones físicos, sus habilidades, encanto y personalidad, son utilizados por marcas importantes, por restaurantes, hoteles, sitios turísticos, negocios y empresas etc. para que lleguen al público consumidor, debido al gran poder de persuasión que tienen al presentar los productos que publicitan, como lo máximo y mejor que puedan obtener para el beneficio personal, familiar o de una empresa. Se presenta equis objeto, con palabras que obligan a pensar en la conveniencia de hacer esto o aquello. Aquí vemos muy claro que la respuesta manejada es más emocional que racional frente a lo ofrecido. Las propagandas van dirigidas no a uno solo, sino a toda una comunidad acerca de la excelencia que publican.
Dentro del ser humano reside la fe, el temor, los anhelos y esperanzas que un experto en el arte de influir sabrá manipular, poniendo en acción sus estrategias persuasivas, para sacar provecho de la confianza y credulidades humanas.
La estrategia de los déspotas se apoya en la amenaza, la fuerza, el chantaje y el miedo que le pueden ser efectivos solo por un tiempo, hasta cuando los pueblos despierten, se desengañen, pierdan la confianza y se rebelen. Los pueblos que han progresado en libertad y se sienten bien con su gobernante, lo son porque la persuasión de este ha sido buena y palpable.
Al escuchar hablar a un líder, captamos de inmediato que concentra su discurso en las emociones, utilizando la ley del equilibrio, la lógica y los sentimientos de una manera inteligente; conoce la persuasión y la utiliza sin coaccionar; sabe ganar sobre otros convenciéndolos. El líder necesita de mucha inteligencia y razón de peso para justificar lo que busca en sus seguidores y ellos en él.
Antes de la invención de la retórica, en Grecia se conservan escritos en los que ya se debatían las ideas, se expresaban los sentimientos y el uso de los argumentos persuasivos que como ayer, hoy se emplean sobre un público altamente consumidor. Retórica y persuasión van de la mano. Homero utilizaba a la perfección sus palabras, a través de sus poemas históricos en los que no faltaba la persuasión.
El discurso de Steve Jobs pronunciado en 2005 en la universidad de Stamford, es utilizado hoy para persuadir a los emprendedores e incentivarlos a actuar con su famosa frase: “No tengan miedo”
“Es difícil diseñar productos centrándose en el público objetivo. Muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas” (Steve Jobs)
No es fácil llegar a un público lector sin argumentos que soporten nuestras palabras. La experiencia enseña que en el hombre más fácil se puede persuadir su voluntad que su conocimiento. Persuadir es un arte, obligar es una torpeza.
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