La temprana eliminación de la selección de baloncesto masculino de Venezuela en su rol de campeona defensora continental en la FIBA Americup (Copa América 2017), al dejar balance de 1-2 en el grupo B, jugado en Bahía Blanca, Argentina, deja entre sus lecciones la necesidad de crecer en el aspecto ofensivo de cara a las nuevas ventanas eliminatorias a iniciarse en noviembre de este año con miras al Mundial FIBA de China 2019.
Una preparación mucho más corta de lo habitual, aunque aún de primer nivel, con un par de encuentros amistosos ante España en Madrid (derrota 90-44) y Málaga (derrota 90-62), además de una gran cantidad de ausencias de peso en la estructura (David Cubillán, Dwight Lewis y Gregory Echenique entre las más notables), condicionaron las posibilidades del grupo, que también perdió por lesión a José “Grillito” Vargas tras el primer partido e incorporó con retraso a John Cox y Heissler Guillent.
Así, con un porcentaje de tiros libres (64.8) y de triples (25.8) muy por debajo de lo necesario para competir y con John Cox (20.3 puntos por juego en tres duelos) como principal alternativa en el ataque a la brecha, se buscó esconder la falta de un pívot natural y con juego físico mantener el nivel defensivo de torneos previos.
Tal objetivo fue logrado de forma parcial al reducir a Argentina a 67 puntos (derrota 67-62) y a Canadá a 75 (en otra caída 75-66). La única victoria se produjo ante Islas Vírgenes (86-84 con un triple in extremis de Cox).
Aunque se rotó el balón, no hubo la eficacia adecuada y Venezuela fue a ratos predecible o “controlable” en el aspecto ofensivo. Necesario es además trabajar en una generación de relevo a partir de las ventanas eliminatorias, en un camino de tres años hacia China, si se toma en cuenta que el promedio de edad del grupo en este torneo fue de 29 años.
Para ello, las categorías formativas deben recibir igual o mayor apoyo logístico no solo a propósito de torneos del calendario internacional sino en el ámbito nacional. Las selecciones nacionales no pueden volver a arriesgar el camino andado con una preparación tardía o incompleta.
Las gestiones federativas, hechas con la antelación necesaria, deberían ser oídas con mayor eficiencia y en los tiempos adecuados por las autoridades para no perder fuera de la cancha lo ganado con sudor sobre el tabloncillo. No se le puede dar la espalda a lo que funciona. No se puede atentar contra el éxito. Es en las crisis en las que la constancia se cimenta, más allá de con fe, con acciones y voluntad de crecer.
