Aunque la tristeza no es cristiana, a veces ese sentimiento tan humano nos domina.
San Pablo nos insta a estar siempre alegres: “Estad alegres, oren sin cesar y estad siempre alegres”, dice el apóstol de las Gentes en su primera carta a los Tesalonicenses.
Yo diría entonces que la alegría es un mandato divino. La vida tiene claroscuros inmensos y la existencia del hombre sobre la tierra es hermosa, grata, llena de posibilidades para el bien, pero también es dureza y dificultades, y a pesar de todo eso, debemos estar alegres, porque la patria definitiva es la que nos espera después de la muerte, cuando ocurra el encuentro definitivo con Dios, quien es la suma alegría y la plena felicidad. Estemos pues alegres.
Sin embargo, repito, la vida es difícil y es probable que en muchas circunstancias nos invada la tristeza. Esto es inevitable, sobre todo cuando ocurre una separación definitiva de algún amigo o de algún familiar. Surge entonces una sensación extraña, una especie de vacío que sólo la fe en Dios puede llenar. Lo vivimos todos hace poco con la muerte de tantos jóvenes inocentes que las balas asesinas del régimen nos arrebataron.
Esta semana hemos vivido en Barquisimeto una semana difícil. Se fue nuestro amigo Francesco Leone, rector de la UCLA durante 12 años. Hombre trabajador, entregado a su quehacer universitario y enamorado de su Universidad. Conocí a Francesco en los comienzos de los años ’80
Me correspondió tenerlo como alumno, tanto a él como a su esposa, en la cátedra de Derecho Mercantil en el pregrado del Decanato de Administración y Contaduría. Volvió a ser mi alumno en la cátedra de Legislación Financiera en el postgrado del mismo Decanato. Francesco fue un aventajado estudiante, aprovechó el tiempo al máximo y ese tesón lo llevó a ser Director de la entonces Escuela de Administración y Contaduría, luego Vicerrector Administrativo de la UCLA y finalmente llegó al más alto cargo de nuestra Universidad: Rector. Fue un hombre abierto al diálogo, aunque de fuerte carácter, trabajador, preocupadísimo por el futuro de la UCLA y de la Universidad venezolana. Hará falta Francesco. Me resultaba difícil la conversación con él, porque combinaba el castellano larense y su acento italiano, pero siempre lo tomábamos a broma. Descanse en paz eximio Rector Leone.
Cerrando la semana me llega la triste noticia de otro lamentable fallecimiento: Magda Valenzuela de Castillo. Educadora también, muy querida en Barquisimeto, mujer virtuosa, madre de una honorable familia barquisimetana. Viuda del Dr. Antonio Castillo Arráez. Fue profesora en el liceo Mario Briceño Iragorry y después de jubilada la primera directora del Colegio Las Fuentes. A esas duras noticias le agregamos la continua persecución del régimen a quienes no piensen como él. Cierre de emisoras y negativa de otorgarle a este querido diario EL IMPULSO los insumos necesarios para su circulación. Y unos ejercicios militares que avergüenzan. Difícil semana. Me despido de algunos amigos que me leen, hasta el miércoles 20 de septiembre.