Eran aproximadamente las 12:15 p.m., de este lunes, cuando el sonar de unas 10 detonaciones puso a temblar a transeúntes, vendedores ambulantes y conductores que se encontraban cerca de la avenida Venezuela con calle 16 de Barquisimeto; donde un ladrón cayó abatido tras robar un celular.
Dos agujeros en su franela –región escapular derecha y lado izquierdo de la espalda- fueron los primeros indicios que se observaron, en la escena del crimen, sobre la causa de muerte del muchacho; quien yacía bocabajo y con un alicate en su mano derecha, sobre el asfalto caliente, mientras, en su pantalón –color beige-, sonaba un teléfono celular.
Alrededor de él, curiosos intercambiaban versiones y sacaban conjeturas sobre lo ocurrido. “Por la situación que estamos viviendo en el país mucha gente se ha descarrilado”, comentaban algunas personas, cuando sabuesos del Eje de Homicidios del Cicpc para recolectaban las evidencias del hecho.
“¡Sí, es Nando!” y “¡No, mi hijo no!”, fueron los desgarradores gritos que se escucharon, cerca de la 1:00 p.m., cuando los familiares llegaron a la escena del crimen y confirmaron que el difunto era su ser querido: Reinaldo Antonio Rivero Yánez, de 21 años de edad, residente de San Lorenzo.
Cuatro mujeres, llorando y evidentemente afligidas, intentaron lanzarse sobre el cadáver, pero fueron contenidas por funcionarios de la Policía Municipal de Iribarren, de la policía regional, y del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que resguardaban el perímetro.
“Déjenme estar al lado de él”, pedía la madre del muchacho de manera desconsolada, antes de desmayarse por el intenso sol y el dolor que la aquejaba.
Robó con el alicate y le dispararon
Testigos del hecho y vecinos de la zona afirmaron a EL IMPULSO que, desde tempranas horas del lunes, habían observado al hoy difunto merodeando la zona como parrillero de una motocicleta que manejaba un compinche.
Sobre las circunstancias en las que murió, cuentan que Reinaldo Antonio se acercó a una camioneta Toyota, modelo 4Runner, de color plata, que estaba atrapada en la cola del semáforo de la intersección de las avenidas Venezuela y Vargas (sentido este-oeste y canal izquierdo). Le llegó con la fachada de venderle unas fresas.
Una vez que el conductor de la camioneta bajó el vidrio, Rivero Yánez sometió a los ocupantes con el alicate que manipuló e hizo ver como un arma de fuego. Les arrebató un celular de última generación.
Sin embargo, cuando el hoy occiso se disponía a retirarse con su botín, de un vehículo que custodiaba la 4Runner, se bajó un ciudadano con camisa color azul y disparó una pistola en su contra.
Reinaldo Antonio resultó herido casi a quemarropa y trató de escapar corriendo en sentido contrario al que iban los carros y por el canal sentido oeste-este; pero su verdugo siguió accionando el arma hasta verlo caer. Él avanzó unos 60 metros antes de desplomarse.
Explicaron que, al ver que ya no se movía, el chofer de la camioneta gris retornó saltando la isla y se estacionó cerca del cadáver. Luego se bajó una persona, mientras se escuchaba: “Vámonos de aquí” y “No, no, yo quiero mi teléfono”.
Ese sujeto quitó el celular de las manos del cadáver de Rivero Yánez, se montó en el vehículo, volvió a saltar la isla y cruzó hacia la avenida Vargas. La cola de carros se había dispersado a raíz de lo suscitado.
Se conoció que funcionarios de la Policía del estado Lara habrían dado con los tripulantes de la 4Runner plateada para luego entregarlos a los funcionarios del Eje de Homicidios del Cicpc.