La crisis no puede borrar la sonrisa de los venezolanos

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Las grandes oportunidades para ayudar a los demás rara vez vienen, pero las pequeñas nos rodean todos los días, dijo alguien una vez. Y en efecto, pese a las coyunturas que el país atraviesa, hay un grupo que se resiste a cambiar la idiosincrasia del venezolano, que puede estar pasando por momentos duros, pero no duda en compartir su cucharada con su hermano.

La solidaridad es el valor que define estas iniciativas que brindan atención alimenticia a las personas más débiles, abandonadas, enfermas, que son muchas.

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Sopa Pa’ 100

En Barquisimeto, desde hace un año nació Sopa Pa’ 100, un impulso de la artista plástico Amine Joseph, quien junto a sus vecinos, quiso hacerles un sancocho a los abuelitos del ancianato Elena Querales en Santa Rosa. “Nadie sabe por dónde empezar, comenzamos sin logística, los vecinos nos pusimos de acuerdo para comprar la carne, las verduras, alguien puso la olla, pensamos en envasarlo pero decidimos ser más prácticos y llevar la olla al ancianato, comieron todos los abuelitos y sobró para la gente de la comunidad, esa primera vez comieron como 100 personas, después nos pusimos nombre”.

La dinámica los ayudó a organizarse mejor, poco a poco más vecinos se interesaron en sumar, algunos con aporte económico, otros con alimentos y otros en integrarse al grupo para picar, cocinar, trasladar y limpiar.

Amine ha tenido la dicha de ver crecer esta iniciativa que ya cuenta con ocho jornadas de sopa en el ancianato, pero además han realizado actividades más pequeñas para atenderlos. “No sólo necesitan comer, estos abuelitos están carentes de atención y de amor”.

Las personas de la tercera edad en este ancianato han quedado relegados, la mayoría están en situación de abandono de sus familiares y tienen diagnósticos propios de la edad, son inconstantes en sus tratamientos debido a la falta de medicinas y eso ha empeorado sus condiciones de salud.

Los voluntarios vieron con tristeza como dos abuelitos que parecían estar bien, repentinamente murieron. Esta situación los empujó a organizar también jornadas de salud con médicos que quisieron sumarse, aportaron medicinas básicas y gestionaron la operación de dos personas con todos los gastos de la clínica exonerados.

“Esto es sólo la punta del iceberg, si esta necesidad está latente aquí en la ciudad, en las zonas rurales tiene que ser mucho peor” dice Amine.

Aunque la escasez de alimentos ha hecho que las donaciones no lleguen en cantidades como años atrás, tampoco faltan. “Me atrevería a decir que la solidaridad en el venezolano sigue intacta, nos hemos encontrado con personas que nos dicen ‘este es mi último kilo de pasta pero aquí está’ porque somos así, no nos importa compartir, y eso no pasa en todas partes”.

 

Un Granito de Arepa

La periodista Amny Pérez y Oriana Urdaneta veían a los niños de la calle y su corazón se les arrugaba, las imágenes del hambre y la necesidad eran cada vez más frecuentes así que un día decidieron hacer algo.

Con la ayuda de sus familiares y allegados en abril de este año, reunieron los insumos para repartir 100 arepas, de semáforo en semáforo, pronto culminaron con esa jornada solidaria, pero las sonrisas de esos niños se les quedaron grabadas en el corazón y no dudaron en repetirlo.

Así oficialmente, con el nombre de “Un Granito de Arepa”, se sumaron a los más de 25 movimientos de voluntarios que hay en Lara dedicados a esta iniciativa.

En hogares de niños, ancianatos, Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga, Antonio María Pineda y Seguro Pastor Oropeza, han llegado estas arepas, que con mucho esfuerzo logran hacer. “Aunque actualmente es difícil que las personas se desprendan de los alimentos porque hay mucha necesidad, siempre logramos cumplir con nuestras jornadas. Los tiempos de crisis sacan la mejor o la peor versión de ti, tratamos de que sea la mejor” dice Amny.

Sorpresivamente, también han sido objeto de críticas, de personas que argumentan que una arepa no cambiará la situación precaria de estas personas, sin embargo, la portavoz de este movimiento manifiesta que “ciertamente sus acciones no cambiarán el mundo y las necesidades van más allá de un plato de comida, pero prefiere calmar el hambre que permanecer de brazos cruzados”.

Rechaza la indiferencia de personas, incluso con capacidades adquisitivas, que sólo velan por sus intereses, sin mirar los de sus vecinos, “los gobernantes también se olvidaron totalmente de ellos. Aunque no existe recompensa monetaria para esta labor, la sensación de tranquilidad de saber que desde mi lugar puedo servir, que no soy egoísta y que llenan mi vida de sonrisas y bendiciones, es la mejor retribución”.

Este sábado formaron parte de una jornada nacional que se organizó para repartir alimentos simultáneamente desde las 8:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde, en varios rincones del país en la que entregaron más de 300 arepas.

 

Sopa para Venezuela

Esta es la iniciativa del reconocido chef larense Alberto Sosa, luego de 20 años cocinando en los mejores restaurantes del estado Lara y protagonizar un programa de cocina en la televisión regional, quiso darle luz a un sueño que llevaba consigo desde siempre: usar sus dones para ponerlos al servicio de los más necesitados.

En enero de este año, creó un grupo de WhatsApp con sus allegados de la Iglesia Global, quienes con recursos propios se propusieron brindar alimentación a las personas de la calle. Instalaron 25 mesas en la avenida 20 con Vargas y sirvieron para todos los que se acercaban.

Más conocidos se interesaron en aportar para la iniciativa, hoy Sopa Para Venezuela está conformada por personas de todas las creencias religiosas, políticas, desde amas de casa hasta empresarios, incluso han recibido aportes desde el exterior y en las jornadas dominicales, que hacen dos veces al mes, logran brindar alimentos para 300 y 600 personas, dependiendo de los recursos reunidos.

Alberto dice que lo que más le entusiasma no es repartir su comida, sino dignificar a los comensales, quienes son atendidos en mesas con manteles, donde se les sirve comida caliente y con un personal dispuesto a agasajarlos, escucharlos y hablarles de Dios.

-Cada historia es única, muchos lo perdieron todo, especialmente la dignidad, comen de la basura y no les importa, perdieron su derecho a comer bien, están a merced de las circunstancias, alejados de Dios, no tienen esperanzas, pero la idea de nosotros es hacer que las recuperen.

Yuliana Márquez, voluntaria de este movimiento, dice que Sopa para Venezuela tiene un ingrediente especial y es que “somos personas de fe que buscan sembrar la obra mediante acciones”.

Le ha tocado oír historias muy fuertes, de maltrato, violaciones a los niños que duermen en cartones en cualquier plaza, pero ese es su empuje para no desistir en sus acciones.

A pesar de contexto, el equipo de Sopa Para Venezuela todavía cree que es posible recuperar al país, son muchos los que siguen haciendo cosas buenas y “somos los últimos que saltaremos del barco”.

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