Cientos de miles de personas marcharon pacíficamente el sábado por el centro de Barcelona al grito de «íNo tengo miedo!», un rechazo público a la violencia tras los atentados extremistas que dejaron 15 muertos, los más letales en España en una década.
Socorristas, choferes de taxis, policías y ciudadanos que prestaron ayuda inmediatamente después del ataque del 17 de agosto en el famoso bulevar Las Ramblas, en Barcelona, encabezaron la marcha. Portaban un cartel del ancho de la calle con letras mayúsculas en negro que decía «No Tinc Por», que significa «No tengo miedo» en catalán.
La frase ha pasado de ser una respuesta cívica espontánea a la violencia a una consigna que toda la clase política española ha adoptado unánimemente.
Las autoridades locales, regionales y centrales de España trataron de enviar una imagen de unidad el sábado al caminar detrás de trabajadores de emergencia, pese a que se ha criticado a los funcionarios regionales y nacionales por presuntamente no compartir bien entre ellos la información sobre los atacantes.
El rey Felipe VI se sumó a la manifestación, la primera vez que lo hace un monarca español, junto con el jefe de gobierno Mariano Rajoy y otros funcionarios regionales de Cataluña y España.
Aun así, algunos ciudadanos abuchearon a las autoridades y sostuvieron carteles con críticas al rey por su papel en la promoción de las exportaciones militares a Arabia Saudí.
La policía de Barcelona indicó que alrededor de medio millón de personas marcharon por las calles.
El grupo Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad del ataque con un vehículo en Barcelona y horas después con otro en la ciudad costera de Cambrils que dejaron 15 muertos y más de 120 heridos. La investigación de la célula extremista islámica detrás de los ataques ha mostrado que el grupo planeaba atentados aún más mortales, pero por accidente hizo detonar una explosión en una casa en Alcanar donde se construían explosivos y había tanques de gas almacenados.