En los tiempos de crisis actuales, ejercer el periodismo de sucesos, de investigación o participar en la cobertura de conflictos, representa poner en peligro la vida. Un riesgo que hay que asumir, pero que requiere medidas de seguridad personal y digital para ser menos vulnerables.
A esa reflexión llegaron los ponentes de la segunda entrega del foro Periodismo en el Autoritarismo del siglo XXI, organizado por el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (IPYS) en Caracas, que en esta oportunidad abordó el ejercicio de la profesión en medio de la crisis venezolana.
Ronna Risquez, jefe de investigación de Runrun.es, señala que los periodistas que van a abordar temas delicados, y especialmente cuando se trata de crimen organizado e involucra a funcionarios de los cuerpos de seguridad, deben asegurarse de proteger la fuente, resguardar sus conversaciones telefónicas, proteger las redes sociales y archivos digitales, tomar protocolos de seguridad.
Apunta que tomar medidas de seguridad no se trata de tener escoltas, usar chalecos antibalas o andar en vehículos blindados sino de buscar estrategias o fórmulas para protegerse, por ejemplo, crear alianzas para la publicación del material, de modo que sea una responsabilidad compartida.
Estas alianzas pueden ser con periodistas y medios nacionales o internacionales, que no solo aporta visibilidad global a la información sino que el periodista queda en un escenario mundial, en donde sí se protege la libertad de expresión.
En otro caso, otra medida de seguridad pudiera ser no firmar las publicaciones porque “tenemos que entender que lamentablemente no hay protección para ningún periodista pero porque tampoco la hay para ningún ciudadano” dice Risquez.
La experta en materia de sucesos, asegura que el contexto de las protestas de abril – julio, dejó en evidencia como los funcionarios de los cuerpos de seguridad no están en este momento garantizando la “seguridad” sino que por el contrario, son los protagonistas de los hechos, especialmente de violaciones a los Derechos Humanos.
Manifiesta que por muchos años, el gobierno de Hugo Chávez se encargó de crear distancia entre las comunidades y los periodistas, pero desde hace dos años, la conexión poco a poco se ha ido restableciendo.
-Los periodistas nuevamente somos un punto de confianza, la situación está cambiando por varias razones y es que la gente necesita un sitio a dónde acudir, sienten que son menos escuchados, menos atendidos, y la confianza se fue retomando. Ellos quieren que al menos sus casos sean denunciados y se transfieran.
En el contexto de crisis otro factor sale a relucir, y es que el temor a declarar no sólo surge por el control social que tiene el Estado sino que ahora existe un miedo a la gente que convive contigo, dice Risquez. Si se dice algo que al panadero no le guste, o al compañero de trabajo, incluso puede haber daño físico.
En la intervención de Marisol Ramírez, del Centro al Servicio de la Acción Popular (Cesap), indica que “ese no saber o saber de más” de los periodistas, también enferma.
Lo que sugiere es “buscarle un sentido a la situación, que nos devuelva la oportunidad de tomar conciencia de lo que nos pasa. Los periodistas se vuelven como los psicólogos de las cosas, recogen el primer llanto, el primer sentimiento y eso saca a relucir los sentimientos y lo plasmo en los escritos, y así como escribo, comunico”. De esa manera se puede canalizar mejor el nivel de estrés.
Otra de las estrategias para el ejercicio de la profesión es lo que llaman “ponerse en el lugar del otro”, pero que en este contexto, todos padecemos por igual. En este caso, padecemos la misma situación que los entrevistados, “los periodistas también están pensando en hacer colas para comprar comida”.
Ronnie Boquier, del Comité de Familiares de las Víctimas (COFAVIC), señala que los comunicadores también son activistas de Derechos Humanos, una institución, un lugar en donde la verdad sale y por ellos es necesario que se encarguen de empoderar al ciudadano en materia jurídica y que las víctimas conozcan las leyes.
