En la carretera vieja Duaca-Barquisimeto, dieron muerte a Anger Jesús González Chávez, un mototaxista de 26 años de edad que acostumbraba a ofrecer sus servicios por las noches. El homicidio fue cometido este miércoles a las 08.30 p. m., cuando recién había salido a trabajar.
A la medianoche llevaron a la morgue del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda (Hcuamp) el cadáver de González con dos disparos, uno en el lado derecho de la clavícula y otro en el rostro.
Momentos antes de comenzar la jornada laboral, González recibió una llamada de alguien que le solicitó el servicio de transporte y al poco rato de haber salido comunicaron a los parientes que estaba muerto en la vía. A unos pasos del cuerpo quedó el vehículo de dos ruedas. Dadas estas características, el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) considera entre los posibles motivos del crimen la resistencia al robo.
Esta pérdida no es la primera para esta familia, pues hace cinco años, sintieron el mismo dolor por la muerte de Enyerber Leonel González Chávez de 18 años de edad. En la calle lo llamaban El Men y era el hermano menor de Anger.
El viernes 20 de julio de 2012, avisaron a los parientes que Enyerber estaba muerto a un lado de la vía Duaca-Lícua. Tenía disparos en la cabeza, brazo y espalda. Le robaron la moto que usaba para trabajar como mototaxista y otras pertenencias que llevaba. Lo balearon cinco meses después de haber salido del Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins, retén de menores donde permaneció un año y cuatro meses por el delito de robo.
En aquel entonces algunos allegados asomaron como posibles autores del homicidio a funcionarios policiales, quienes al parecer extorsionaban al muchacho desde que recobró la libertad.
“Anger no era malo”
Sobre el segundo hijo que pierde en un hecho violento la madre, Pastora Chávez, declaró, ayer, que el joven era ajeno a los problemas. “Mi Anger no era malo, él no se metía con nadie”, sostuvo. Era muy conocido entre los pobladores de Duaca por su permanente buen humor y con frecuencia hacía favores a vecinos y amigos.
Trabajaba desde hace unos tres años como transportista y prefería hacerlo por las noches porque le parecía más lucrativo.
“Ayer (el miércoles), me dijo ‘voy a trabajar para comprar comida’. Era mi toñeco”, dijo sollozando mientras esperaba la entrega del cuerpo en la morgue.
