Es sabido que al releer apreciamos los libros de un modo un poco diferente. Captamos detalles que se nos escaparon la primera vez y descubrimos significados nuevos o más profundos que llevan a pensar que no estamos releyendo el mismo libro. Es un fenómeno ya explicado por Heráclito, el célebre filósofo quien señaló que nadie se baña dos veces en el mismo río ni es la misma persona quien lo hace, porque también el bañista ha cambiado.
Ramón Guillermo Aveledo es un intelectual que no evade las circunstancias sociales y políticas que le toca vivir pues las analiza y comparte sus experiencias y reflexiones. De sus diferentes tirulos rescato “Contra la Corriente”, presentado como una alternativa civilista al personalismo y el militarismo. El libro explica, entre otras cosas,por qué el peor gobierno civil siempre será mejor que el mejor gobierno militar pues de un mal gobierno civil se sale con votos, sin violencia. El libro aún se consigue a un precio vergonzosamente barato, tanto en precio como por lo que es: una lección de política realizada por una persona que ha sido capaz de combinar su talento intelectual con la práctica. Hágale un favor al país, busque el libro y léalo y cuando, tras varias relecturas, crea que capto lo esencial de su mensaje, que no es otra cosa que el valor de lo civil, páselo a alguien e invítelo a que, tras leerlo, se lo pase a otro.Y hágalo pronto pues no tardarán mucho en perseguir estos libros que son, por lo que dicen, subversivos.
Los norteamericanos tienen un dicho en relación con los negocios y el dinero: defiende los céntimos, que los dólares se defenderán solos. Esto quiere decir que las grandes metas se alcanzan cumpliendo pequeños propósitos. Esto es particularmente cierto en la defensa de nuestrosgrandes derechos: nos entrenaremos poco a poco defendiendo los pequeños. Por ejemplo, el derecho a que se nos respete la cola pues siempre hay alguien que se salta su turno por aquello de que “solo voy a preguntar” hasta que Ud., que sí espera su turno para preguntar, reclama y, entoncesUd. se convierte en el objeto de los insultos. Otro caso lo veo en el derecho de la gente mayor a utilizar el servicio de transporte público sin pago del pasaje. Pues bien, con frecuencia, el colector les exige el pago de la mitad del pasaje. Y lo hace de un modo tan grosero que son muchos los mayores que prefieren pagar completo para no ser objeto de los maltratos verbales del colector. Al aceptar la presión del colector, Ud. justifica y premia el maltrato a los que tenemos el derecho a no pagar, tal como lo establece el artículo 59 de la Ley de Servicios Sociales, publicada en Gaceta oficial Nro. 38.270, el 12-9-2005.
Al aceptar la pequeña violación de nuestros derechos Ud. está dejando de entrenarse en la defensa de los grandes derechos, especialmente los derechos políticos. Eso es lo que explica el psicólogo Axel Capriles en su libro, también de lectura y relecturas esenciales, “La picardía del venezolano o el triunfo de tío conejo”. Mal podemos intentar levantar unas grandes pesas si primero no nos entrenamos con pesas más livianas. Y esto se refleja en la vida política. No defendemos con suficiente vigor el gran derecho a la legalidad constitucional porque aceptamos la violación de los pequeños derechos. Si no le importa que lo maltraten en la cola, tampoco le importará que le violan sus derechos constitucionales y políticos, como hace este gobierno.
