Leí por ahí que hay dos cosas malas para el corazón: correr cuesta arriba y degradar a la gente.
Por eso yo me siento tan bien porque no degrado a nadie ni corro cuesta arriba y porque siempre busco la parte positiva en que muchos ven lo negativo.
Además, cuando envío un mensaje no lo hago en forma destructiva y eso puede ser una advertencia que puede evitar cualquier error y hasta una destrucción; por ello mis escritos van con toda la voluntad de un buen ciudadano que desea el bien para todos como muchos compatriotas de este país, que estamos desesperados por reencontrarnos en una forma amistosa, tal como éramos antes: cordiales, practicando la unicidad y no el desencuentro, buscando el bien y nunca la división.
Creo que llegó el momento del respeto, de la convivencia y de demostrar que sí podemos vivir en paz y demostrarle al mundo de lo que somos capaces en este país, de salir adelante por la puerta grande en una forma airosa, positiva y no en forma deprimente, vergonzosa y grotesca.
He aquí unas reflexiones que van como todas con fe y esperanzas para quienes dirigen el país en este momento. Estudios profundos demuestran que un alto porcentaje de habitantes de nuestro golpeado país, lucha, o luchamos, por una nación sin tantos problemas, próspero, solvente moralmente y económicamente, que se respete y se haga respetar, que regrese nuevamente nuestra idiosincrasia, nuestra confianza hacia los demás, que nuestro sector privado y productivo vuelva a gozar de crédito nacionales e internacionales, y no se nos tilde como maulas, tramposos e irresponsables que se nos ha endosados por culpa de otros a quienes solo trabajan, producen, pagan sus impuestos y cada día ven sus bienes disminuidos y en peligro de extinción.
Una forma fácil y económica que puede tener rápidamente un balance positivo, es comenzando primero en dejar el doble discurso, de hablar de una forma y actuar de otra, no podemos seguir con ese discurso irrespetuoso, insultante y con un dialogo inexistente, por una parte las primeras autoridades lanzan un puente de plata que ojala fuese creíble y por otro de ellos mismos vienen las pedradas, entonces da la impresión de que quienes han puesto mucha gente a pelear no les interesa ver un país en paz, mientras que los que producen alimentos, puestos de trabajos, cada día piden que esto cese y nos ocupemos todos de trabajar y de producir para el país, sin preguntar quién se alimentara de lo que yo produzco, desprendido de la miseria y el egoísmo.
La realidad de la otra cara de la moneda de nuestro lindo país, que no tengo ningún gusto en recordárselos es la convulsión e involución del país, hundiéndose mientras que nadie busca una salida, para que regrese la prosperidad, lo único que hay son insultos que van y vienen como un juego de tenis, y los discursos de quien grita más y es más insolente, díganme si quienes pueden abrirnos el camino de orientación si ese es su comportamiento de qué forma entonces podrían los demás respetarnos, sabemos que si la agricultura en un país es pobre, la nación también será pobre sino estamos en capacidad de producir nuestra alimentación, no tenemos derecho a comer ni mucho, ni menos, ni mucho menos sentirnos orgulloso de ser unos buenos para nada, solo veamos como ejemplo las cifras presentada por la máxima autoridad por Fedeagro y de toda credibilidad, ya que estos técnicos y los estudios no dan puntada sin dedal antes de hablar, la siembra de este año en todos sus rubros no llegan al 10% con excepción del café, que si acaso llega al uno por 1%, pero a pesar de todo esto, busquemos el éxito por medio del trabajo, la honestidad, perseverancia y lealtad.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país