Con una caída en el poder de compra del salario, en el primer trimestre de este año de 42,6%, Ecoanalítica estima que la caída del consumo en el 2017 estará en el orden del – 15.4%, de acuerdo con el último informe referido especificamente al compotamiento de esta variable, fundamental en cuanto al nivel de calidad de vida de los venezolanos.
En efecto, la empresa de consultoría y análisis financiera señala que la caída sostenida del Producto Interno Bruto (PIB) de los últimos años (24,7% entre 2014 y 2016), es consecuencia de un cúmulo de decisiones equivocadas. Desde la producción, pasando por la inversión y el consumo hasta las transacciones del sector externo, se han visto sacudidas por constantes y acelerados procesos de ajuste que han distorsionado variables esenciales como los precios relativos, y ello ha repercutido en la asignación de recursos y la eficiencia de los procesos productivos.
Las condiciones antes descritas, han desgastado progresivamente el bienestar de los consumidores. En tal sentido, el poder de compra del salario, en el primer trimestre de 2017 (1T2017), cayó 42,6%, la inflación acumulada hasta junio 2017 estuvo cerca de 196,4%, y según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas), los niveles de escasez rondan 29,3%.
Explican por otro lado, que las distorsiones externas impactan a los agentes. Debido a que la inestabilidad e incertidumbre imperan en la determinación del tipo de cambio, los ajustes de precios a consumidores son consecutivos y cada vez más bruscos.
Advierten que en escenarios hiperinflacionarios (o cuasi), las empresas, ante la necesidad de realizar ajustes reiterados de precios, optan por indexarlos a monedas extranjeras. Una dolarización tácita es una respuesta común en este tipo de economías. En este punto, los consumidores enfrentan precios más altos, lo que constituye un añadido a su ya precaria condición.
Las opciones de consumo disminuyen al igual que la capacidad de ahorro, la inflación se concentra en los rubros de primera necesidad, por lo cual prescindir de ellos resulta casi imposible, y la solución obvia, como lo son los incrementos de salario, genera aún mayores aumentos de precios por un proceso de ajuste en las estructuras de costos. Este panorama ha obligado a la población a reformar sus estructuras de consumo, con cada vez mayor rapidez, para de esa forma enfrentar la convulsionada economía venezolana.
Comportamiento del consumo
Ecoanalítica da a conocer las condiciones, causas y consecuencias del comportamiento del consumo privado, y cuál ha sido el impacto de ello en la economía real.
Sin duda, lo antes mencionado limita la posibilidad de satisfacer las necesidades. ¿Cómo ha respondido la población? Ciertamente, el consumo se ha contraído. En Ecoanalítica estiman que la contracción del consumo fue -15,0% en 2016 y proyectan que para 2017 sea -15,4%. Estas disminuciones responden principalmente a la contracción de la oferta agregada y al deterioro del poder de compra. La compensación salarial no ha logrado su cometido, los incrementos van a un ritmo más lento que los precios, quedando rezagados frente a la inflación.
Si asumimos que el consumo está determinado por el nivel de precios, el ingreso, las preferencias de los agentes y las tasas de interés, el comportamiento reciente de estas variables nos sugiere que los incentivos son a reestrutcturar el consumo.
Como ya se expuso, el ingreso y los precios marchan a diferentes ritmos, lo que implica que los salarios reales se han reducido.
Suponiendo que el ingreso esperado fuese bajo respecto al presente, la lógica económica indicaría que el ahorro se incrementaría para suavizar la caída del consumo futuro. Por otro lado, si el ingreso presente fuese bajo, se recurriría al endeudamiento como forma de mitigar cambios en los estándares de vida. Estas decisiones dependerían de si se percibe que los cambios en el ingreso serán transitorios o permanentes.
Considerando las restricciones en el acceso a activos líquidos y la persistente existencia de tasas de interés negativas, aquellos agentes que esperen un empeoramiento de la crisis tendrán pocos incentivos o posibilidad de ahorrar.
Por otra parte, pese a que las tasas de interés incentivan el endeudamiento, el racionamiento de crédito existente reduce las posibilidades de suavizar el consumo para quienes pretenden aprovechar las tasas de interés negativas.
De esta manera, los agentes se ven forzados a adoptar una dinámica de consumo muy dependiente de los ingresos corrientes en cada período, destaca Ecoanalítica.