La Política puede considerarse como una empresa y, como tal, sujeta al principio del negocio en marcha. La Contabilidad con el tiempo ha adquirido estatus en la Ciencia de la Información y se maneja con Estados de Resultados. Herramientas muy útiles para la definición de la estrategia y la toma de decisiones, a la hora de marcar el rumbo, por parte de los líderes y, por ende, del éxito o el fracaso de la gestión.
Bajo esa premisa, vista La Salida como un proyecto político en ejecución conviene preguntarse: ¿Dónde estamos hoy? ¿Cuál es el balance? Con las limitaciones de espacio y a riesgo de equivocación, adelantamos lo siguiente:
Las fases de ese proyecto incluyen los capítulos I, II y III (en curso y aparente declive). Se inicia con el proceso electoral del 14 de abril de 2013, y el llamado de Henrique Capriles Radonski a desconocer los resultados. El balance es por todos conocidos. La fase II, tuvo como líderes a Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado. Al cierre de esa etapa, al margen de las pérdidas en vida, bienes materiales y deterioro institucional, como “superávit”, se presentó el logro de una mayor conexión con el pueblo. De la fase III, oficialmente no hay un pronunciamiento claro por parte de los responsables, aun cuando se perciben declaraciones aisladas por parte de algunos dirigentes y la negativa a pasar la página, para darle continuidad a otro capítulo, con el mismo propósito.
Cuando un buen sector de la población, con expectativas, esperábamos los anuncios acerca de los resultados del “trancazo nacional” convocado para el martes pasado, la preocupación por las elecciones regionales copó la escena; la reseña de las acciones violentas apareció minimizada, incluyendo la muerte de otro joven en Cabudare. (Se siente el mismo dolor que la referencia por el primero de ellos, los que siguieron, y el inevitable y desgarrador olvido).
En esa contabilidad macabra, en el ejercicio de violencia abril – agosto, el índice de pérdida revela: 1 = a 120. Se suman en análisis histórico a los de las fases anteriores, sin incluir otros daños colaterales a rubros tales como bienes públicos, privados y ambientales. El análisis coyuntural responde a esta gestión de gobierno. Al contraste de las metas propuestas: Descarga de rabia extrema (sinónimo por el original); salida del presidente Maduro en un plazo de seis meses; y No a la ANC, los resultados parecen obvios y la estrategia ambigua.
La “ANC desmovilizó a la oposición”; “El ciclo de los trancazos y la violencia llegó a su fin”, se oye decir, por un lado. Se acepta que las elecciones de gobernadores son en diciembre y la participación se justifica como una estrategia para “aumentar las contradicciones en la dictadura y no en la oposición”.
Bajo ese argumento, y siguiendo al pié de la letra tanto “El arte de la guerra” (Sun Tzu) como el “manual para una guerra no convencional” o “Mas de 198 acciones de política no violenta” (Gene Harper), se hubiese justificado igualmente la participación en las elecciones de la ANC. Las muertes, la violencia política y la represión se contabilizarían solo en Abril. No somos, pero como quieren hacernos parecer a Ucrania, Libia, Siria, Irak y Turquía. Empresas políticas de gestión pública que trabajan a pérdida.
A la luz del número de muertos del 16J y el 30J, las elecciones regionales proyectan un balance de paz para el país: una campaña sin violencia ni represión.
