La negociación no debe satanizarse, es necesaria para alcanzar la estabilidad del país, pero cómo puede la sociedad venezolana confiar en este escenario.
Según explica el politólogo y director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB, Benigno Alarcón, la transición hacia la democracia debe formar parte de una mesa de diálogo o negociación entre Gobierno y oposición, pero antes de que eso ocurra, los líderes que disienten de Nicolás Maduro y su cúpula tienen el deber de hablar con claridad y coherencia, pero sobre todo, el compromiso de explicar de qué trata este proceso y a partir de ahí construir la confianza, que en los últimos días ha estado amenazada por la convocatoria a elecciones regionales.
“La gente ha hecho lo que se le ha pedido y creo que si las propuestas son razonables y se presentan con transparencia, se podrán aceptar. Los procesos de negociación no pueden ser excluidos para lograr el objetivo, pero no se negocia cualquier cosa, si no están dispuestos a la transición entonces no hay qué negociar. Si tienes el poder y yo te pido que negociemos, tú no tienes ningún sentido para negociar conmigo, pero si yo debilito tu poder y tú no tienes garantía de poder mantenerlo sin mi cooperación, no te queda más remedio que negociar”, admitió al tiempo que recordó que con el 80% del país en contra es imposible que el Primer Mandatario tenga fortaleza.
¿Cómo propiciarla?
El politólogo indicó que los partidos de oposición pueden buscar las posibilidades de acuerdo con los sectores del oficialismo que no hayan cometido delitos ni sean perseguidos, así como también comunicarse con oficiales de la Fuerza Armada Nacional que por su buen desempeño puedan continuar su carrera una vez que el modelo socialista salga de Venezuela.
“El Gobierno no es un solo bloque, quienes no tienen sanciones económicas ni delitos a qué responder, permitirán la estabilización del país; mientras que otros tienen mucho que perder y por lo tanto entrar en negociación les parece muy costoso”, agregó a su premisa durante un foro auspiciado por Cedice Libertad.
Costos de salida
Cuatro meses de protesta han dejado más de 120 fallecidos, lo cual significa que el cálculo de salida para el Gobierno es excesivamente costoso. El experto ejemplifica que si el costo de la represión es inferior al de salida, Maduro ejercerá la fuerza para no abandonar el poder, de lo contrario, comenzará a negociar su salida.
Sin embargo, debe tomarse en cuenta que desde la acera del Ejecutivo se está jugando a que la oposición se divida a través de dos hechos: arrestos domiciliarios para Ledezma y López para crear confrontación dentro de la MUD y avizorar unas elecciones regionales a fin de que se abra el debate sobre si participan o no.
“Si logran dividir, la movilización baja, que es justo lo que están viviendo. Y a medida que la movilización baja, el militar se vuelve menos importante y el sector político del Gobierno recupera parte del control (…) Sin protesta, es muy poco lo que la oposición puede hacer, pero también considero que las últimas eran anárquicas y en la medida que la violencia se genera, independientemente de quien la origina, la participación se reduce por el miedo. La opción que resta es rescatar la calle de manera inteligente”, detalló.
Alarcón es de los que considera que deben participar en las regionales siempre y cuando existan garantías de competitividad y libertad, de otra manera, serían inaceptables.
Mientras que la socióloga y directiva de Cedice Libertad, Isabel Pereira, alerta que los venezolanos no quieren autoridades regionales ni locales que coadyuven a la crisis, es decir, que esperan una contienda electoral.
La libertad está contra la pared
Por otra parte, la académica recuerda que la Asamblea Nacional Constituyente viene a fortalecer la estructura militarista, rentista y la paz de los sepulcros, en donde la bota pise a quien piensa distinto. “No se van a proponer políticas económicas de crecimiento sino de cómo el poder del Estado sigue aumentando, lo importante es lo ideológico, es decir, habrá más pobreza y subordinación y menos libertades y crecimientos económicos.
Advierte que la libertad está contra la pared. Habrá que preguntar al Estado si se puede opinar, trabajar, tener empresa o estudiar, como en Cuba. La libertad muere y con ella, la vida y los bienes.
Por su parte, el analista Henkel García, aportó que la Constituyente no “atajará” las grandes dificultades, entre las que destacó la desnutrición, la pérdida del poder adquisitivo y la escasez. A su juicio, la clase media que se sentía pobre, lo será aun más, porque dicha materialización no persigue resolver problemas sociales y económicos.