Desde hace días presuntos funcionarios policiales andan buscando en Caracas, Valencia y Barquisimeto al presidente de la Federación Nacional de Transporte, Erick Zuleta, pero ni siquiera sospechan ni imaginan que el conocido dirigente sindical hace ya tiempo que se encuentra fuera del país.
La fuente que se comunicó con la redacción de EL IMPULSO, pero que no quiso identificarse aunque manifestó ser una persona vinculada al hombre público, precisó que éste tan pronto se enteró de que el oficialismo había decidido apresarlo por solidarizarse con el paro nacional del pasado mes de julio, no lo pensó dos veces y con supuesto apoyo de funcionarios, a plena luz del sol, burló a los sabuesos que trataban de dar con su paradero.
Tanto es así, manifestó la fuente, que algunos funcionarios se comunicaron con él y le notificaron que Esther Camacho, presidenta del Concejo de Iribarren, había dicho que al dirigente sindical que verdaderamente paraliza el transporte había que arrestarlo.
Pero ya para entonces el dirigente sindical había salido de Caracas, donde era buscado por las autoridades policiales, y llegó tranquilamente a Cabudare, donde tiene su residencia.
Inmediatamente, quienes lo esperaban para que eludiera la persecución lo llevaron a Yaritagua, donde durmió para después emprender viaje hacia la frontera con Colombia.
“Cuando llegó a la raya, unos funcionarios uniformados lo reconocieron y uno de ellos, al parecer, jefe de vigilancia, le dijo: “Buenas tardes, señor Zuleta. Que le vaya bien”. Y le hizo el mismo saludo que utilizaba Chávez, de colocarse el índice con la mano extendida sobre la sien. Zuleta le respondió: “Acuérdese que yo soy colega del presidente Maduro, porque soy como él chofer de bus” Y el vehículo donde iba el sindicalista siguió su rumbo.
Zuleta se fue a Bogotá y abordó un avión comercial con destino a Madrid, indicó la fuente. Y ahora está en Barcelona.
Cabe señalar que un cuñado de Zuleta fue detenido y luego liberado por las autoridades, pero hay un asedio a sus familiares en la creencia de que el sindicalista está “enconchado” en algún lugar del país. Pero, está muy distante.
