Se nos fue Taylor Rodríguez García. “Murió el cronista de Palavecino”, se escuchó decir en la plaza Bolívar de Cabudare la tarde de este lunes. Los vecinos de la concurrida iglesia San Juan Bautista se estremecieron con la triste noticia que corrió rápidamente.
Taylor Rodríguez creció en su natal Río Tocuyo, en un hogar modesto pero integrado por buenos principios. Desde muy pequeño, se hipnotizaba con las hojas sueltas de EL IMPULSO, único periódico que llegaba por ese tiempo al solitario pueblo torrense.
La anterior crónica nos la contó el propio historiador cuando le hicimos una semblanza para las 110 Historias de EL IMPULSO, en ocasión del aniversario de este rotativo. Nos relató que se sentía seducido con las letras, por ende, luego de que su padre terminaba de leer el periódico, corría a ojearlo, escenario que le permitió -antes de los seis años-, “leer corrido y sin pausas”.
Hablar de Taylor Rodríguez García es, sin lugar a equívocos, mencionar a Cabudare, es adentrarse en la historia densa del municipio Palavecino, y nos atrevemos a afirmar que es incluso, debatir sobre las crónicas de Simón Planas y Torres. En general, indagar sobre la menuda historia del estado Lara es conseguirse con los apuntes y anotaciones de este acucioso investigador.
Maestro de notables historiadores y periodistas, y discípulo de renombrados catedráticos de la talla de Federico Brito Figueroa y nuestro Reinaldo Rojas.
El legado del maestro
Escribir de Rodríguez García es tarea difícil, pues hay que sumergirse en más de 40 obras sobre historia y microhistoria de Cabudare. Es enumerar más de 30 foros realizados por el Diario EL IMPULSO sobre investigaciones y piezas documentales halladas en repositorios nacionales y estadales sobre el pasado del municipio Palavecino, es adentrarse a las incontables páginas que escribió para libros, revistas, folletos especializados y artículos en diferentes periódicos de circulación nacional y local.
Sus columnas semanales eran una clase magistral, pero las fascinantes entrevistas sobre temas de investigación y crónicas cabudareñas, bien pudieron servir para una colosal obra enciclopédica.
Del decir de la periodista Violeta Villar Liste: “citar al cronista Taylor Rodríguez García es reencontrarse, sin vacilación, con la historia cabudareña, y sobre todo, con un ser enamorado de su oficio”.
Desde la década de los noventa, Taylor Rodríguez se entregó con pasión a la historia de Palavecino, cuando fue nombrado, por el Concejo Municipal, en 1992, cronista oficial de la jurisdicción.
Su incuestionable mística y el amor profundo hacia su labor, pronto sacaron del abominable olvido la historia de Cabudare.
Desde un cuchitril, mohoso y maloliente que le asignaron como oficina en el estacionamiento de los camiones del aseo urbano, en la sede de los Poderes Públicos, el historiador inició su trabajo para encontrarse con mayor energía y entusiasmo con aquello que amaba con devoción: la investigación histórica.
Con Teresa fundó un hogar modelo, de entrega y honestidad. Hace un par de años, cuando los padecimientos comenzaron a aquejarlo seriamente, trató de hacer una pausa, pudo optar por viajes o el descanso lejos de los libros y de la biblioteca que erigió para beneficio de los larenses. Pero su vocación no se lo permitió, y se le veía diariamente, con devoción, cumplir con su generoso oficio de maestro y de investigador, siguiendo el ejemplo de Lisandro Alvarado.
Pero como siempre ocurre con los hombres nobles, queda su virtud, sus valores, y sobre todo, su desprendimiento terrenal, “donde sembró para recoger buenos frutos”.
Ese era Taylor Rodríguez García, y así será recordado siempre y para siempre: como el maestro que nos contó la historia menuda de Cabudare.