En el atraso y con deficientes niveles de calidad de vida. Barquisimeto, es una ciudad que carece de edificaciones, calles y servicios, pero también del entramado de relaciones humanas que la haga diversa. La ausencia de espacios para propiciar una sociedad más cohesionada, hace que la realidad sea, quizás, poco productiva.
Sobre este respeto se han pronunciado especialistas del área.
Al respecto, el arquitecto Ángel García ha afirmado que la ciudad presenta una “problemática urbana”.
-La ciudad no debe verse solamente como un conjunto de volúmenes y formas arquitectónicas con servicios conexos, sino como expresión genuina de su colectividad, hecho que la hace particular y única, recibe la denominación de ‘Alma de la Ciudad’.
Con una población aproximada de 1.280.000 habitantes, asentados en un área de 27.000 hectáreas ubicadas dentro de la poligonal urbana y otras 9.000 hectáreas fuera de esta, se calculan 36 habitantes por hectárea como promedio de densidad, lo cual refiere que Barquisimeto se encuentra muy lejos de ser un conjunto citadino y sustentable.
El deplorable nivel de calidad de vida se aprecia también en las calles, puesto que 320.000 inmuebles, en 2.800 kilómetros de calles y avenidas, además de otras arterias viales, hacen que en 16 metros de camino se hallen al menos dos inmuebles; se deben sumar de mantenimiento de asfalto, redes de acueducto, cloacas, electricidad y gas.
En opinión de García “la política de ‘dejar hacer’ significa algo similar a la costumbre del avestruz de esconder la cabeza para no ver lo que sucede”, misma que ha arrastrado la ciudad y la sociedad a los esquemas actuales.
En el caso barquisimetano, esto implica que un incremento promedio de la población por el orden de los 26.000 habitantes por año, con una densidad igual o en declive, al llegar la ciudad crepuscular a sus 500 años de fundación, es decir dentro de 35 años, la superficie urbana se extenderá hasta Quíbor y culminará en Yaritagüa, estado Yaracuy.
En atención a la problemática antes descrita y a juicio de Emilio Urbina, profesor de postgrado en Derecho Urbano de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), se debe superar la concepción del legalismo urbanista, a fin de construir un derecho urbanístico. Comenta que ha sido la ausencia de este el “germen desbordante de la cada vez más desordenada ciudad venezolana”, ya que si bien Venezuela experimentó años atrás un “boom urbanizador”, se plantó “la diatriba de cómo superar el mero régimen jurídico por un verdadero derecho urbanístico patrio”.
Si bien Venezuela ha contado con cientos de reglas urbanísticas, esto no significa que goce de un derecho urbanístico, el cual norme y organice las ciudades, puesto que, basado en el pensamiento romano, los sistemas jurídicos eran pervertidos cada vez que existían cientos de normar para regular un mismo fenómeno.
Para citar el caso barquisimetano y luego de una auditoría normativa-urbanística de Iribarren, Urbina precisó que para normar las áreas verdes de la ciudad, se hallan cuatro ordenanzas sancionadas en distintas épocas. “He allí un ejemplo, se regulan tantas cosas pero terminas en contradicciones y a la larga no regulas nada”, comentó. .
Construcción de viviendas
Urbina advierte que se construyen obras, casas y otras infraestructuras, pero no se hace ciudad, por lo que dicho pensamiento debe ser tomado en cuenta al momento de concretar un ordenamiento urbanístico; al igual que los aportes de especialistas como García con más de cuatro década de experiencia en la materia.
Para el arquitecto la recuperación de la ciudad implica la construcción de 8.000 unidades de vivienda, lo cual comprende la utilización de aproximadamente 100 hectáreas de terreno urbano por año, cantidad que ni siquiera se ha logrado en lo que ha trascurrido de siglo. Allí reside la razón por la cual incrementa el déficit en forma secuencial.
Del referido lote, 30 hectáreas deben ser centrales. Se sustituiría la vivienda unifamiliar por edificios de seis y ocho pisos.
Otras 40 hectáreas serían dispuestas en áreas intermedias y las 30 hectáreas restantes empleadas como áreas exteriores del límite urbano.
En este respecto, el abogado urbanista agrega, con base en estudios realizado por él en Alemania, que “el papel de los abogados al momento de confeccionar una ordenanza urbanística, o más específicamente para el caso venezolano según la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística (1987), la preparación de la Ordenanza del Plan de Desarrollo Urbano Local (PDUL), es sencillamente traducir ese lenguaje propio de los urbanistas, arquitectos, ingenieros y demás especialistas urbanos en normas jurídicas operativas, eficaces y eficientes”.
Advierte que el peor error que puede cometer un abogado en la materia es elaborar una ordenanza apriorística, que no sea producto del consenso profesional de los urbanistas y profesionales de la materia. “Allí existe una tentación del abogado en querer normar guiado bajo una metafísica metodológica, hipótesis conjetural y racionalismo despiadado, cuando lo correcto es que la intervención del especialista en derecho urbanístico sea trabajar al finalizar todo el proceso de planificación llevado a cabo por los no abogados… Quien pretenda en este momento hacer un nuevo PDUL, debe olvidarse de los abogados, pues lo correcto, es llamarlos al final del procedimiento, cuando el plan quiera convertirse en norma de obligatorio cumplimiento por todos”.
Problemática de servicios
El abogado urbanista sostiene que más que redactar nuevas ordenanzas se debe fomentar el debate sobre la problemática urbanística de Iribarren y considerar diagnósticos como el del arquitecto García, quien resalta como una grave ausencia de la urbe la calidad y acceso a los servicios básicos.
Los problemas hídricos, señaló que se mantiene en aumento constante. El caudal de agua disponible es cada vez menor y la demanda crece cada año a un ritmo de 100 litros por segundo. Además el déficit es cercano a los 1300 litros por segundo.
A esto se suma que el fluido eléctrico apenas atiende el 20 % de la demanda, a partir del grado extremo del tendido que atraviesa 70 % del territorio nacional.
Edificaciones básicas
Las edificaciones sanitarias y educativas son consideradas como fundamentales en el sistema social para la calidad de vida. Sin embargo, en Barquisimeto no se construye una edificación hospitalaria desde la década del 70´, cuando la población era de aproximadamente 640.000 habitantes.
En la actualidad, sólo se cuenta con el Hospital Central Antonio María Pineda, con 700 camas para atender a más de un millón habitantes. El déficit de camas sería entonces de 1.500 unidades, situación que ha sido advertida por galenos, ingenieros, arquitectos y otros sectores.
Aunque recientemente se construyó una edificación para 200 camas hospitalarias, se trata de una infraestructura de uso militar.
En este sentido, García advierte que para atender la demanda actual de la ciudad, se requiere de al menos tres hospitales de 200 camas cada uno.
La infraestructura escolar no corre con mejor suerte, puesto que las grandes edificaciones para este uso datan también de la década del 70´.
Para dar atención a 9.000 alumnos por turno y en espacios restringidos, dada la falta de terrenos no menores a los 6.000 metros cuadrados, se requiere entonces la construcción de no menos de seis edificios similares al José María Domínguez.
A objeto de concretar lo antes planteado, comenta Urbina, se debe elaborar un cronograma operativo, sin idealismos, sobre los diagnósticos y presentación de soluciones. No se puede “congelar la ciudad de 2017, para que ella espere por soluciones, sino que debe trabajarse y elucidarse la nueva ciudad con la que actualmente está en la realidad”.
Previamente se debe modificar la Ordenanza de Procedimientos de Construcción del municipio, la cual data de 1993, momento en que regían distintas condiciones, con una población menor al millón de habitantes. Se debe aplicar la racionalidad en los instrumentos normativos, a fin de sancionar realmente al trasgresor de la planificación urbana y estimular a quien se apegue a la razón normativa.
Se propone plan de acción
A propósito de mejorar el rendimiento de los escasos recursos con que cuenta la ciudad y dadas las condiciones actuales, así como las consecuencias a futuro que podría traer la nula corrección de las fallas, el arquitecto Ángel García plantea que “la ciudad no puede seguir crecimiento a merced de los caprichos de los invasores y sin una planificación previa”.
Por tanto, sostuvo que las autoridades urbanísticas y de servicios deben tener como premisa la negativa ante una posible ampliación de la red existente.
En tal sentido, es preciso informar a la comunidad que no se otorgarán servicios fuera de las áreas previamente planificadas para los fines establecidos.
Esto conlleva a que las constructoras y demás organismos, no deberán realizar viviendas unifamiliares. Sólo se edificarán viviendas continuas y edificaciones de densidad media y de baja altura (cuatro niveles y 250 habitantes por hectárea). También se deberán edificar conjuntos urbanos de amplia magnitud (400 viviendas, divida des en unidades no menores a 50 familias organizadas en condominios autónomos).
Dichas edificaciones comprenderían aproximadamente seis hectáreas, en las cuales será posible disponer de los servicios de institutos educativos, campo deportivo y casa comunal.
Se estima un consumo de agua de siete litros por segundo, 400 puestos de estacionamiento (14.000 metros cuadrados) y cerca de 1.200 metros lineales de vías, además de 840 KVA de generación eléctrica. Para la movilización diaria de los residentes se requería una avenida de cuatro canales para cubrir los viajes diarios de los residentes.
Es de destacar que el mantenimiento de las áreas de uso comunal deberá ser costeado por los mismos condominios que conforman los conjuntos urbanos y barrios.
El objeto es convertir la ciudad en un centro de nuevas experiencias del ser humano contemporáneo y reservorio de la producción intelectual, en la necesaria concentración e intensidad de usos que permitan su funcionalidad y sostenibilidad; todo esto, basado igualmente en aspectos como costumbres, tradiciones, relación con el medio ambiente, sistema económico local y capacidad para duplicar las ofertas de empleo.