Hoy la palabra cautela se halla debajo de la alfombra. Se ha perdido el miedo y el sopor, quizá en el mismo tapete donde se había escondido clandestinamente, la llave para abrir la puerta del cambio, pero que ahora la exasperación popular prefiere abrirla a su manera y con un valor inaudito e histórico.
Pese a ello, la agenda diaria de la MUD es esperada con gran disposición por los ciudadanos, quienes con un entusiasmo desparramado y enérgico, la siguen casi al dedillo, agregándole mayores elementos para hacer contundentes las acciones.
Las indicaciones casi farmacéuticas de la oposición tienen el punto de honor de ser metódicas, cuidadas para no estropear el ímpetu nacional. No pueden falsear en un escalón. Un leve error y estarían ante el riesgo de perder el encanto, obligando a
un pueblo a desestimar el lineamiento y decidida tomar la justicia a su cuenta y riesgo.
Ha llegado la hora. Este gobierno puede cambiar sus constelaciones militares, redoblar el engaño, abotagar el tórax de lacrimógenas y seguir con su cuento eterno de la constituyente. Sólo se requería incluir esta decisión en el formulario de soluciones inquebrantables: activar de una vez por todas el artículo 350 de la todavía actual, carta magna venezolana.
Por fin lo anunciaron. La MUD llamó a desconocer a este gobierno y sus decisiones de fábula. Es obvio que el Presidente y sus edecanes desajustados están al margen de la constitución. Por eso el activar este célebre artículo es colocar con tinta indeleble, una raya divisoria entre un grupo mínimo de abusadores del trono y un masivo clamor por restituir la institucionalidad, así como los buenos modales de la democracia.
Es tan simple ver la semejanza del enunciado del artículo con la realidad del país. El apartado constitucional esboza claramente que el pueblo venezolano, por ser fiel a una tradición republicana (actualmente más simulada que representativa), a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad, que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos.
Es un texto hecho al molde respecto a los sucesos despeñados en Venezuela. Estamos sometidos por un régimen dependiente de los dictámenes brutales de Cuba. La muerte asecha a diario en las protestas violentadas por fusiles, perdigones y tomentos originados por guardias, cuyas nacionalidades están en cuestionamiento.
No puede hablarse de democracia cuando el TSJ desconoce a todas las instituciones, menos al gobierno y tiene el infeliz atrevimiento de amenazar a aquel que le lleve la contraria. Y mucho menos puede pensarse que en nuestro territorio se vele por los derechos humanos, al ser recurrente el vil asesinato de jóvenes heroicos por parte de quienes tendría el deber de defenderlos.
El gobierno asume con descaro manifiesto el convocar a una constituyente a su modo, para modificar las reglas de juego y tramar una patria a su conveniencia, anulando los pocos espacios existentes para la pluralidad y contrayendo la autocracia como norma de origen.
La desobediencia civil debe ser definitiva. No queremos continuar con la sensación rota de tener un mal final. Andamos con los rostros consumidos por los disgustos y el corazón en estrépito. Por eso es mejor recurrir al ejercicio matemático de destripar ecuaciones, resolver fórmulas confusas y ajustar el cálculo, para que todos los resultados sean un oportuno 350.
José Luis Zambrano Padauy
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José Luis Zambrano Padauy
Graduado en Comunicación Social, mención impreso, en La Universidad del Zulia en 1994 y magíster en Gerencia de Recursos Humanos en la Unermb. Obtuvo el premio municipal de periodismo “Eduardo López Rivas” en 2001, cuando trabajaba en la sección de política para el diario Panorama. Por varios años ocupó el cargo de coordinador de medios impresos en la Dirección de Medios de la Alcaldía de Maracaibo. Actualmente, es director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”, inaugurada en abril de 2016 por la municipalidad de la capital zuliana.