En días reciente alguien en la radio mencionó que Venezuela había regresado a una situación de “estado natural del hombre”, haciendo referencia al concepto de Thomas Hobbes que se vincula a una situación en la que se encontraría el hombre antes de la aparición del Estado Moderno, el cual es fundamentalmente civil.
En relación a esto recientemente hay quienes también se han referido a Venezuela como un “Estado fallido”, el cual se deriva de la idea de un Estado que ha perdido la capacidad de manejar un conjunto de sus atribuciones (orden público, servicios públicos, seguridad, entre otros).
En línea con lo anterior, de acuerdo al Fragile States Index, el cual anualmente elabora un índice de todos los países según su grado de “fragilidad”, Venezuela ocupa el puesto 58 de 178 países. Dentro de las variables de mayor fragilidad están: Derecho Humanos (8,9/10); Legitimidad del Estado (8,5/10); Conflicto entre Élites (8,2/10); Servicios Públicos (7,7/10); Economía (7,3/10); y, Aparato de Seguridad (7,3/10). Esto nos pone en Derechos Humanos a nivel de Nigeria; en Legitimidad del Estado a nivel de Rusia y Camerún; en cuanto a Conflicto entre Élites a nivel de Ecuador, Arabia Saudita o Burundi.
Lo anterior conlleva a varias reflexiones. La primera es que Venezuela ciertamente se encuentra en una situación muy delicada, más que la de 2014 cuando ocupó el puesto 83 según el mismo índice, sin embargo aún no se encuentra en situaciones extremas como la de Somalia (primero en la lista), en la que algunas regiones del país no son controladas por el Estado. Esto lleva a una segunda reflexión, y es que sin lugar a duda se puede estar peor. Lo anterior no quiere señalar que el país está bien, lo que se trata es de alertar que se puede llegar a una situación aún mucho peor.
Una tercera reflexión apunta a señalar que no se trata de ser alarmista, pero sí de encender alertas sobre los peligros que nos acechan. Uno de los puntos contemplados en el índice mencionado pudiera ser la clave, pues desencadenaría en términos positivos la solución en otras de las variables contempladas. Se trata de la “Legitimidad del Estado”. Una vez recuperada ésta se podría tener mayor respeto sobre los Derechos Humanos, el aparato de seguridad volvería a contar con la credibilidad de los ciudadanos, e incluso se pudiera aspirar a una normalización de la economía.
Por lo anterior es que quizás el Vaticano ha insistido en la realización de elecciones como una condición necesaria para que haya diálogo. Pero no se trata de cualquier elección, se trata de un proceso electoral que relegitime los Poderes. De alguna forma es lo que debería buscar una Asamblea Nacional Constituyente, pero como las bases comiciales, así como el árbitro electoral, más que lograr conciliación dividieron aún más. El llamado urgente es a un proceso general de relegitimación de Poderes pero a través de una consulta realmente popular.
Venezuela no es (aún) un Estado Fallido, pero sin duda si las élites en conflicto (otra de las variables utilizadas en el índice) no encuentran una salida política pronto pudiera haber un desmoronamiento tal que lamentablemente lleve al país a una situación de mayor conflictividad. En este momento la mayor responsabilidad recae sobre el Gobierno, en tanto que controla las instituciones. El llamado urgente es a que deje de ver a quienes piensan distinto como enemigos y los empiece a asumir como adversarios con los que hay que construir una opción de país.
Diego Lombardi
Twitter: @lombardidiego