El día de las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) fue para los residentes de los edificios de Bararida II, al este de Barquisimeto, uno de altas dosis de temor inyectadas por el contingente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que irrumpió en la zona residencial en la tarde. Destrozaron cuanto hallaron al paso y recorrieron las azoteas.
Usaron una máquina y una tanqueta para ingresar a los edificios. Después de derribar dos portones, unos 50 funcionarios castrenses -calculan quienes observaron la acción- se distribuyeron por las áreas comunes gritando improperios a los vecinos y violentaron la reja del edificio seis, bloque ocho, para subir a la azotea y explorarla en la búsqueda de los jóvenes de la llamada resistencia y el material que usan en las protestas. No encontraron nada. Antes de llegar al tope de las torres de tres pisos, dañaron una moto que estaba en la planta baja.
Entre tanto, otros castrenses tomaron algunos recibos de servicios básicos exhibidos en una cartelera y comenzaron a tocar puertas gritando los nombres plasmados en cada papel. “Salgan si son tan guapos (valientes)” o “Esto les pasa por apoyar a los guarimberos” eran algunas de las amenazas de los guardias mientras recorrían los pasillos.
En el estacionamiento, había pocos carros. Por las recurrentes acometidas estos últimos meses, muchos propietarios han decidido guardarlos en otros lugares. A los pocos vehículos aparcados la tarde del domingo, unos cinco, rompieron los vidrios.
Además de los destrozos, según observaron los residentes, los castrenses hurtaron la bomba usada para surtir agua a los apartamentos del edificio seis, bloque ocho.
Con la culata del arma uno de los funcionarios rompió la ventana de un apartamento de planta baja del edificio cinco, donde también violentaron una reja para entrar a los pasillos. Otros cristales fueron alcanzados por disparos, como ocurrió en el primer piso del edificio seis donde el ruido del teléfono delató a una vecina y al percatarse un castrense de que ella observaba accionó el arma, rememoró la mujer.
Cuando se retiraron los guardias y sabiéndose a salvo, los habitantes se apresuraron en reparar las puertas y bloquear con escombros los portones, pues se sienten expuestos a ataques de civiles armados, como ocurrió ya una vez, recordó otra residente del sector.
Más temprano, antes de entrar a la propiedad, hubo enfrentamientos entre manifestantes y GNB en la avenida Libertador. Hirieron a dos jóvenes, a uno en el brazo y a otro en el ojo izquierdo.
La del domingo no ha sido la primera vez que organismos de seguridad irrumpen en la propiedad privada, pero nunca habían llegado a la azotea. Recientemente, uniformados de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) entraron y sacaron escudos, casos, una manguera y envases.
“Esto es una guerra. El terror de verte vulnerable ante la fuerza de un organismo público que uno espera que lo proteja”, describió una de las afectadas por el entorno conflictivo.