La oposición venezolana falló en su intento de evitar con duras protestas que dejan unos 125 muertos la elección de la Asamblea Constituyente del presidente Nicolás Maduro. ¿Cómo quedan ahora su liderazgo y capacidad de maniobra? ¿Qué hacer de ahora en adelante?
Algunos analistas creen que pese al revés opositor, el derrotado es el gobierno, pues la Constituyente «nació herida», con un gran rechazo internacional, sin legitimidad.
Otros, sin embargo, consideran que el paso adelante de Maduro en medio de la dura crisis política y económica es otra evidencia del «fracaso de la conducción política» de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
«Plomo en el ala»
El politólogo Luis Salamanca opinó que el liderazgo opositor no saldrá perjudicado; por el contrario, prevé que el afectado será el gobierno.
«El gobierno lanzó un operativo sin legitimidad, sin la participación del electorado mayoritario, la Constituyente nace con plomo en el ala (herida). Pero a Maduro no le importa, solo quiere una Constitución a su medida», dijo el analista a la AFP.
El consultor electoral Oswaldo Ramírez coincide en que los cuatro meses de protestas fortalecieron a la oposición.
«Hubo una baja participación (electoral) de acuerdo a fuentes internas que dieron datos a la MUD, sumado al registro visual en los centros, eso refleja el sentimiento de cambio que se ve en las encuestas: 85% del país rechaza al gobierno», indicó a la AFP.
Ramírez destacó además que «frenar la Constituyente era solo una parte de la lucha opositora, pero su objetivo central es la restitución del hilo constitucional».
«Frente a lo ocurrido soy muy optimista. Lo de ayer fue la peor derrota sufrida por el oficialismo. Para mí es el inicio del cambio. La Constituyente fue otro obstáculo, no fue la razón de la lucha, que continúa», expresó el líder opositor, Henrique Capriles.
Sin embargo, no todos creen que la MUD salió airosa.
«Queda donde siempre ha estado: con una conducción política que no ha sido exitosa, que no ha podido concretar su objetivo, que ha sido salir de Chávez y de Maduro. Ha sido una conducción política fracasada», dijo a la AFP el politólogo Nícmer Evans, de línea chavista, pero crítico a Maduro.
A su juicio, aunque la MUD ha captado el descontento mayoritario, «no han podido concretarlo en una acción política concreta».
¿Anular o deslegitimar?
Según Salamanca, la oposición no podía detener la Constituyente. «Necesitaba más que un repertorio democrático: solo un pronunciamiento militar podía detenerla», afirmó.
Ante la dificultad de frenarla, el analista Félix Seijas considera que la MUD debió impulsar con más fuerza la necesidad de deslegitimar el proceso, en lugar de centrar su atención en anularlo.
«Ha debido esforzarse más en que naciera herida. Habrá que esperar, y ver si la gente interpreta que fue así. El rechazo de varios países contra el proceso así lo demuestran», afirmó.
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, dijo a la AFP que algunos sectores de la oposición «estarán desmoralizados» tras la elección, por lo que el mayor reto de su dirigencia «será mantener las protestas».
«Deben asegurar que sean pacíficas y ordenadas. Si son violentas, Maduro va a tomar ventaja política», añadió.
¿Qué hacer?
Salamanca intuye que la conflictividad crecerá, porque «la gente está enardecida».
«Viene la fase más dura de la confrontación política. Maduro busca un nuevo modelo político exento de control popular para mantener el control del poder. Venezuela será un campo de batalla», dijo.
Phil Gunson, analista del Andes Project especializado en Venezuela, advierte que la oposición debe prepararse para una nueva fase de lucha, «incluyendo tener que ir parcialmente a la clandestinidad».
«Pero antes debe hacer una defensa pública de las instituciones legítimas (…). Debe hablar con una sola voz y mantener y fortalecer sus contactos con la comunidad internacional», dijo.
A su juicio, la oposición no debe cerrar las puertas a una eventual negociación con el gobierno.
Evans coincide en que la MUD debe abrirse a otros sectores que se oponen al gobierno.
«Debe entender que sola no puede, y eso tienen que entenderlo todos. Hemos entrado en una neodictadura del siglo XXI», zanjó.