Vecinos en zonas de represión: La vida nos cambió desde que esto empezó

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Desde hace más de tres meses algunos urbanismos de la ciudad han pasado a ser “zonas de guerra”, acceder a estas resulta complicado incluso para los propios vecinos, pero hay una razón: su resguardo. Se trata de aquellos lugares en donde la represión ha pasado a ser algo incluso cotidiano y conforme pasa el tiempo han ganado “práctica” para defenderse.

Se trata de hogares que son ajenos a las personas de la denominada “resistencia”, pero que la situación actual los ha llevado a tener una organización que impida que sean vulnerados, puesto que el respeto a la propiedad privada ahora parece un término desconocido por funcionarios de seguridad.

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La identidad de las personas entrevistadas será resguardada por petición de estos, quienes temen ser perseguidos por parte de algún grupo uniformado.

La Ribereña

Los urbanismos ubicados en esta zona son aproximadamente 10, sin contar los que se encuentran en las adyacencias. Tarabana Plaza ha sido una de las urbanizaciones que ha encabezado el listado en cuanto a represión.

“Mire, aquí antes nos alarmábamos por una bomba, pero ya no, nos han llegado a lanzar incluso más de 200 y eso es adentro de la urbanización, sin contar la que les lanzan a los muchachos afuera. Hemos llegado al punto en que podemos estar aquí adentro hablando, lanzan una lacrimógena y lo que hacemos es patearla y seguimos hablando”.

Sus vidas han cambiado por completo, ahora se rigen por horarios que han planificado. El hecho de haberse convertido en zona de guerra significa que ya los taxis no quieren llegar al lugar, las señoras que limpian tampoco. “Hasta perdí una novia porque ella vive en Club Hípico y yo aquí; se podrá imaginar, tenemos más de tres meses sin vernos”.

Lo que inició como algo espontáneo ahora significa una gran organización, saben que tener una vida normal no está dentro de sus posibilidades actualmente. Las salidas los fines de semana son poco probables, incluso trasladarse a sus labores; no obstante, ha sido tanta la evolución que ya conocen los lugares para acceder a sus hogares siempre y cuando no haya enfrentamientos, en caso de haberlos deben esperar hasta que terminen.

Contrario a lo que se pueda creer, para los habitantes que se mantienen en la urbanización resulta “un orgullo” resistir como lo han hecho. Han dejado el miedo a un lado y se han mantenido firmes en su convicción de batallar hasta generar un cambio.

Cerca de la mitad de quienes residían en Tarabana Plaza han decidido residenciarse en el hogar de un familiar, hay otros que al enterarse de que puede haber enfrentamiento prefieren no ir a sus casas, especialmente aquellos que tienen niños pequeños, pues saben que no tendrán contemplación alguna ni siquiera por esto.

“Desde que comenzó esto he tenido que tomar pastillas para dormir porque los nervios no me dejan”, dijo una de las afectadas. Los más pequeños también se han “acostumbrado” a la situación e incluso, han hecho de esta una especie de juego. “Uno los ve jugando a las guarimbas. Agarran las tapas de los potes de basura y hacen como si fueran sus escudos, colocan su barricadas y cosas así; pero cuesta para que alguno quiera ser Guardia Nacional Bolivariano (GNB)”.

Fue precisamente en esta urbanización en donde residía Gruseny Canelón (Tony) antes de ser asesinado; afuera de ésta recibió los impactos que le quitaron la vida. “Aquí no supimos que lo habían herido sino cuando comenzaron a difundirlo. En ese momento no estábamos tan organizados, pero luego de su muerte comenzó a arreciar la protesta”, expuso una vecina.

La arremetida de parte de la GNB la catalogan como un ensañamiento, aseguraron que incluso en oportunidades en las cuales no se realizaba ningún acto de protesta pasaron los castrenses y lanzaron bombas lacrimógenas.

Reconocen que así como en cualquier lugar de convivencia colectiva han tenido problemas. “Hay quienes ni se asoman, hay otros que no opinan ni nada pero colaboran. Están los vecinos a los que le han roto todos los vidrios de las ventanas durante los ataques, pero lo ven como su aporte a esto y resuelven”.

“Psicológicamente estamos preparados para aguantar lo que venga”, dijeron con ímpetu. Asimismo aseveraron que no permitirán que se cometa el mismo error del 2014 de dejar a los jóvenes de la “resistencia” sin apoyo.

La Sucre

El 26 de abril los habitantes de la urbanización Antonio José de Sucre, conocida popularmente como “La Sucre”, vivieron una de las peores noches de su vida. La represión por parte de la GNB fue sin contemplación alguna, a pesar de tratarse de un lugar que cuenta en su mayoría con personas de la tercera edad.

“Nosotros no podíamos creer que nos agredieran de esa manera en nuestros propios hogares. No les importó nada”, relataron los vecinos. “Yo vivo con mi mamá y lo que hacemos cuando hay esos rollos es encerrarnos en un cuarto con una ollita con agua caliente y rezamos”, dijo una señora cuya edad pasa los 70 años.

Al igual que en otros lugares, hay quienes han preferido huir. Esa noche ha continuado siendo la pesadilla de muchos que luego de casi tres meses del brutal ataque no pueden evitar las lágrimas en sus ojos al contar lo vivido durante esas largas horas.

“Mis nietos siguen sin querer venir porque tienen miedo de que eso vuelva a pasar, no es justo que nos hayan hecho esto”, expresó una vecina notablemente afectada.

Algunos habitantes de “La Sucre” dijeron sentir lástima por la cantidad de personas mayores y niños que se han visto perjudicados durante los ataques, algo que no será fácil de olvidar, por el contrario, vuelve a florecer cada vez que ven a algún funcionario de los cuerpos de seguridad.

Anhelan que la situación cambie pronto y que tanto castrenses como demás efectivos tomen en cuenta que cuando reprimen lo hacen a hogares y familias así como ellos también deben tenerlos.

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