Arquidiocesana: La cizaña de la impaciencia

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“Los criados le preguntaron: ¿quieres qua vayamos a arrancarla? Pero Él les respondió No, ya que podrían arrancar también el trigo. Déjenlo crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega, diré a los segadores: arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y el trigo almacénenlo en mi granero”.

De esta forma la Palabra de Dios, nos introduce en la temática de la paciencia frente a ese misterio terrible del mal, que crece junto con el bien en nuestro ambiente social, y que es motivo de sufrimiento y preocupaciones, pero que no deben hacernos perder el control de nuestros actos, en la convicción de que el bien es más fuerte que el mal.

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Por ello la impaciencia es sumamente destructiva. Frente al pueblo elegido, de dura cerviz, como frente a todas las naciones, Dios se muestra paciente, porque no quiere precipitarse, pues desea salvar a la humanidad toda.

También el ser humano, debe imitar esa paciencia ya que el discípulo, a ejemplo del Maestro, deberá afrontar la persecución y las pruebas, en una fidelidad constante y gozosa, totalmente llena de esperanza.

La impaciencia en nuestra ciudad al manejar es desesperante a veces, nadie da paso a nadie. Todos queremos hacerlo a la vez. Sólo se oyen cornetazos e insultos, cuando no, el exceso de velocidad sólo trae tragedias.

Pero, esta paciencia de Dios, no es nunca debilidad, sino un llamamiento a la conversión: “Volver a Yahvé nuestro Dios, pues es ternura y piedad, tardo a la ira, rico en gracia.” (Isaías 55,6).

Jesús con su actitud hacia los pecadores y con sus enseñanzas, encarna la paciencia Divina, inclusive reprende a sus discípulos impacientes y vengativos, cuando le dicen: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo, que los consuma? Pero Jesús, dándose vuelta, les reprendió” (Lucas 9, 54-55).

Al contrario, las parábolas del hijo pródigo (Lucas 15) y la del servidor sin piedad (Mateo 18,23) son revelaciones de la paciencia de Dios, que quiere salvar a los pecadores.
Pero si el hombre desprecia estos “tesoros de bondad, de paciencia, de longanimidad de Dios”, con “su endurecimiento y la impenitencia de su corazón, va acumulando contra sí, un tesoro de ira, para el DIA DE LA IRA, en que se revelará, el justo Juicio de Dios” (Romanos 2,5)

El hombre debe inspirarse en la paciencia de Dios. El ser humano delante de Dios que lo prueba con sufrimientos, o permite la persecución, al descubrir poco a poco el sentido de estas pruebas, aprende a ubicarse con serenidad. Job, comprende que el sufrimiento no es necesariamente el castigo del pecado, y ante él se muestra paciente porque lo entiende como una prueba a su fe. Los apóstoles por su parte están llamados a una comunión todavía más estrecha con la pasión y la paciencia de Cristo, por su constancia en las tribulaciones, en las incomprensiones, en las aflicciones y angustias.

El creyente ante sus hermanos que con bastante frecuencia lo irritan, tendrá presente que más vale un hombre dueño de sí, que un conquistador de pueblos.

El sabio desde la fe, lejos de ser implacable, será tolerante, su paciencia cotidiana revelará su amor. Para vivir en conformidad con su vocación, soportará a los otros al máximo, con caridad, con mansedumbre y paciencia (Efesios 4,2).

Cuántos crímenes ha producido la impaciencia.

Cuántos fracasos producto de la precipitación.

El creyente, así podrá comprender lo que significa ser discípulo de Jesús, que perdona, es manso y humilde de corazón. Esto no es fácil, sin embargo, es el camino del Evangelio.
En nuestra vida como persona de fe, debemos tratar de ser pacientes los unos con los otros, elhijo con el padre, el padre con el hijo, el esposo con su esposa, la esposa con su esposo, el patrón con su empleado, el empleado con su patrón, ya que la impaciencia muchas veces sólo ha dejado malos recuerdos.

Por otra parte, ese mal que nos molesta y nos hace sufrir, está fuera de nosotros, pero también dentro de nosotros. Por lo tanto debemos tener más paciencia con el prójimo, pero además más paciencia con nosotros mismos, de lo contrario podemos destruir el trigo por sacar la cizaña. De la precipitación y mal carácter nada bueno podemos obtener, por el contrario, quizás tengamos mucho que lamentar.

A su vez cuando hablamos de paciencia, no significa pasivismo, ni conformidad, ni mucho menos debilidad, más bien todo esto exige decisión y fortaleza en grande.

Vivimos a veces, en una sociedad neurótica, en donde sólo cuenta la venganza, el odio, la zancadilla, el aplastar, de esa forma sólo renace el caudillismo urbano, todo lo queremos solucionar con la violencia, con el arrebato, entonces en vez de arreglar las cosas lo que hacemos es complicarlas y enredarlas más.

Por ello la reflexión, el dominio de sí, la serenidad, la paciencia, nos permitirán arrancar la cizaña y quemarla, pero tomar el trigo y almacenarlo.

Sólo así, no confundiremos el mal con el bien, la verdad con la mentira, sino que entenderemos la superioridad del bien sobre el mal y que el mal deberá ser vencido a fuerza del bien. Esto lo agradecerá ese otro con quien trabajamos, vivimos o nos relacionamos, pero sobre todo, te lo agradecerás tú mismo.

Cuidado con los vicios y las ambiciones de poder que sofocan a Dios

VATICANO, 16 Jul. 2017 /(ACI).- El Papa Francisco, invitó a no dejar sofocar la presencia de Dios por los vicios del mundo y las ambiciones de poder y riquezas.

“Preguntémonos si nuestro corazón está abierto para acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios. Preguntémonos si en nosotros las piedras son todavía numerosas y grandes. Llamemos por su nombre a los espinos de los vicios”, dijo el Papa.

…“es Jesús que esparce con paciencia y generosidad su Palabra, que no es una jaula o una trampa, sino una semilla que puede dar fruto. ¿De qué manera? Si nosotros la acogemos”.
Francisco afirmó que Jesús realiza una “radiografía espiritual” de “nuestro corazón, que es el terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra”. “Nuestro corazón, como un terreno, puede ser bueno y entonces la Palabra lleva fruto, pero puede ser también duro, impermeable. Esto acontece cuando escuchamos la Palabra, pero nos resbala”.

“Jesús nos invita hoy a que miremos dentro de nosotros: a dar las gracias por nuestro terreno bueno y a trabajar en terrenos que no son todavía buenos”.

Evangelio

Mateo (13,24-43): En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Los criados dejeron al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero Él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. …Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.» Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno… Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.» Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesus.

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