“Puede que tenga que luchar cuando no haya esperanza de victoria, porque es mejor perecer que vivir como esclavos”. Sir Winston Churchill.
Winston Leonard Spencer Churchill, político y estadista británico nacido el 30 de noviembre de 1874 se dio a conocer por el inmenso liderazgo que logró durante la II Guerra Mundial, como representante del Reino Unido, del cual fue su primer ministro en dos periodos, el primero, durante la conflagración bélica (1940-1945) y el segundo, en tiempos difíciles de la postguerra (1950-1955). Fue oficial del Ejército Británico, excelente orador, y corresponsal de guerra en Cuba cuando trabajaba para The Daily Graphic y durante la Segunda Guerra trabajando para Anglo-Bóer, del diario The Morning Post; su labor le hizo sobresalir como historiador, escritor y artista. Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura y, nombrado ciudadano honorario de los Estados Unidos de América.
La férrea personalidad de Sir Winston Churchill se caracterizó por no desistir con facilidad de sus convicciones, las cuales impuso siendo perseverantemente terco. Y, eso, es un ejemplo a seguir cuando la lógica, la razón y la sensatez, nos da la convicción estar del lado correcto de una determinada situación.
La controversia por el bienestar del país, en la medida que crecen los lapsos hace más difícil separarnos de nuestro criterio de oponernos a su destrucción.
Somos rebeldes en aceptar la imposición de sistemas políticos, económicos y sociales desfasados y fracasados en todas las regiones del mundo donde se han intentado aplicar.
La mayoría de los venezolanos nos resistimos a la manipulación, la mentira y las migajas repartidas entre los necesitados, como dádivas ante la crisis humanitaria instaurada por la persecución inclemente, constante y continua desde los organismos creados para entorpecer al sistema productivo nacional, por un despiadado control de precios y del manejo de las divisas,manipuladas con discrecionalidad, ineficacia, e ineficiencia que, presuntamente ha destruido al sistema productivo. Este despiadado sistema, supuestamente, copiado de la máxima expresada por Lenin: “Quien es dueño de las llaves de tu estómago es dueño de las llaves de tu corazón,” pareciese que, viene a confirmar el porqué del desabastecimiento en alimentos, medicinas, insumos elementales para el sistema de salud, destrucción de los servicios públicos: electricidad, agua potable, transporte, vialidad, infraestructuras educativas, acecho a nuestras magnas casas de estudios y… paremos de contar tanto oprobio.
Es innegable la destrucción del sistema productivo justificado con expresiones ilógicas.
No existe empresario que trabaje para destruir lo que tanto le ha costado formar, menos aun cuando su empresa ha sido el resultado del esfuerzo, tesón y perseverancia de generaciones de una misma familia.
El sector privado aporta los mayores y mejores beneficios a los trabajadores; muchos empresarios se han formado en este sistema,capacitando la mano de obra, técnica y/o profesional. Esa es la importancia del sistema de libre empresa donde impera la formación del capital humano; se impone la meritocracia sobre la corrupción; sobre delitos y vicios creados por el desfasado y fracasado sistema.
Los gobernantes que han dispuesto de la mayor fortuna que ha ingresado al país deberían reflexionar sobre las exigencias de los ciudadanos y evitar rechazos como el demostrado este 16 de julio… ¡El día de la verdad!