La Constitución vigente de 1999 dice en su artículo 70 que “son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular (…)”
Sin embargo, a los enquistados en el poder les causa escozor, o tormento, mejor, hasta la sola pronunciación de esa frase tan simple, pero a la vez sumamente poderosa, en su esencia democrática: consulta popular.
Conatel, el otro órgano represor de los medios de comunicación social, se fue hasta las televisoras y amenazó también en forma tajante (aunque oral, claro) a las estaciones de radio. Cuidado con mencionar semejante mala palabra y con informar sobre la convocatoria de este domingo. Hasta obligaron a sacar del aire piezas publicitarias de la MUD. Incurrir en censura previa poco les importa a quienes pretenden reformar la Carta Magna por pura ociosidad, porque ningún reparo han tenido a la hora de violar, al derecho y al revés, la letra y el espíritu mismo del pacto social que se dieron los venezolanos hace menos de 20 años.
Tibisay Lucena y Socorro Hernández, “rectoras” de elecciones a la medida de la ambición de perpetuidad del régimen, se encargaron de propalar otra clara señal de angustia oficial: la consulta popular pautada para hoy, advirtieron, “no tiene carácter vinculante”. ¿Tampoco lo tenían las 1.352.052 firmas aprobadas por el CNE, para activar el referendo revocatorio que el país entero clamó en 2016? ¿Acaso tienen algún carácter vinculante, a los efectos de las decisiones del Gobierno y sus encubridores, la Constitución misma, las leyes, los pactos internacionales suscritos por la República? Y, es más, la propia presidenta del CNE, ¿no alarga ella su abuso cuando sigue en el cargo, pese a tener su período vencido? ¡Eso sí es desacato!
Más insolente aún, un exministro de Vivienda y flamante candidato a la Asamblea Constituyente, Ricardo Molina, muy humanista y sensible él, se desaguó en el más vil de los chantajes, como parte de su campaña: quienes reciben pensiones del IVSS y no acudan el 30 de julio a elegir la Constituyente de Maduro, sin la legitimidad que sólo el pueblo como depositario del poder constituyente originario puede dar, “ponen en riesgo su pensión”. Y otro infausto personaje que no podía faltar en esta feria de descaros, Pedro Carreño, también puso su granito de arena: asomó la posibilidad de elevar ante la Sala Electoral del TSJ un recurso de nulidad, a objeto de “suspender los efectos” del “plan sedicioso”.
Así y todo, millones de compatriotas asumirán este domingo el papel de libertadores. No hay duda de que será una jornada hermosa, unánime, cargada de ciudadanía y del más puro aliento venezolano. Este 16-J marcará un hito fundamental, decisivo quizá, hacia una salida definitiva de esta terrible oscurana en que están sumidas las libertades, así como el destino entero de la nación. El país dirá un Sí rotundo a las tres preguntas planteadas, en la intención de proclamar un inequívoco rechazo a la altamente riesgosa Constituyente; demandar el apego a la Constitución por parte de la FANB; y aprobar la restitución del orden constitucional.
En consecuencia, tenemos un solemne compromiso con la dignidad nacional. Con la suerte de las nuevas generaciones, merecedoras de recibir el legado de una Venezuela en paz, estable, próspera, decente; una tierra acogedora, de oportunidades, abierta a ser construida por y para todos. No es sensato, ni honesto, desconocer ese llamado, ese grito desgarrado de una población expuesta ahora a sobrevivir al acoso de la miseria, al horror de perder la vida a manos de un pistolero en cualquier esquina, o de mengua, y hasta en los hospitales, a falta de insumos y equipos médicos, mientras se presencia el escandaloso saqueo de los dineros públicos.
El peligro de prolongar ese alienante estado de cosas es lo que debe generarnos un profundo miedo. De manera que la de hoy es una tarea inaplazable. No faltes, la patria aguarda por ti.