Dos prisioneros quemados en Fénix

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Humo, detonaciones, gritos y movimientos acelerados de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y de custodios fueron señales suficientes para saber que dentro de la cárcel Fénix había comenzado una revuelta la noche de este viernes.

En efecto, al amanecer del sábado las mujeres que llegaron al recinto, ubicado al norte de Barquisimeto, para la visita conyugal encontraron la entrada bloqueada. Las consumió la incertidumbre  hasta la tarde, cuando desde el interior del penal divulgaron una lista heridos y dos muertos.

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Como Luis  Suárez y José  Gregorio Zabaleta fueron  identificados en la morgue del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda (Hcuamp) el par de reos  fallecidos. Tenían la mayor parte del cuerpo  quemada. Ambos, según datos extraoficiales, eran nativos del oriente del país.

En torno a la 01.00 de la tarde, el abogado Carlos Ledezma y el gestor social  Daniel Mendoza, colaboradores de la Dirección General de Integración Social de la Familia del Privado y Privada de Libertad, un dependencia del Ministerio para el Servicio Penitenciario, enumeraron  ante los parientes 24 nombres de heridos. La lista no incluía ninguna mujer.

Antes de que se difundieran estos datos, a otros dos heridos  los trasladaron  a las 07.00 de la mañana a la emergencia del  hospital central. Uno llamado  Carlos Eduardo Pereira, de 22 años de edad, tenía  una herida grave por arma blanca en el ojo izquierdo. Otro de nombre Elías Eduardo García, también de 22 años, llegó con una herida presuntamente de perdigón en la pierna derecha.

A los parientes de los lesionados   recomendaron  regresar a sus casas, porque los reos no requerían traslados a  los hospitales. Pese a esa notificación, durante la tarde  las mujeres que se quedaron afuera de la prisión vieron  salir  y regresar más de dos veces una ambulancia.

No pocas mujeres después de escuchar los nombres en la voz de Ledezma dudaron de la veracidad de los datos. “Toda la noche echando  tiros y van a salir con eso”, comentaron algunas.  Otras apelaron a experiencias previas para no fiarse de la información difundida, pues en otras ocasiones, coincidieron varias, les han ocultado detalles sobre los reos. Además,  pidieron conocer el estado de salud de la población femenina.

Mientras  ellas reclamaban respuestas, las madres y esposas de los heridos suplicaban con llanto ver a los reclusos. “Yo le  había  dicho a mi mamá que él estaba  bien. Ahora ¿Cómo le digo esto?”,  gritaba una joven  cuyo esposo y hermano estaban incluidos en la lista de lesionados. Se refería con preocupación a la madre porque la señora padece de cáncer.

A ninguna le permitieron ver a los reos ni detallaron qué tipo de daño físico tenían. Sí les notificaron que las  visitas  serían  suspendidas hasta nuevo aviso, porque dentro de la prisión hubo cuantiosos destrozos durante la reyerta.

Por la alteración  tampoco permitieron el ingreso de los familiares de los detenidos en la comunidad penitenciaria David Viloria, conocida como Uribana. Así lo expuso  Anicia Tona, quien se trasladó desde Los Pocitos para ver su hijo y perdió parte de la comida que le llevaba.

 

Escenas

Parientes que estuvieron afuera de la cárcel desde la noche del viernes, como lo hizo Ana Gutiérrez, relataron que veían fuego y humo salir desde el interior de la cárcel. Alaridos y numerosas detonaciones retumbaban.

El conflicto, al parecer,  comenzó en el área de observación. Otros dijeron que en las áreas de máxima  y media seguridad fue donde estalló el motín. No entraron ambulancias ni bomberos durante la madrugada.

Hacia las 02.00 de la madrugada cuando, según Gutiérrez, había en el sitio  una tanqueta de la GNB, no hubo más ruidos. La calma duró hasta las primeras horas de la mañana cuando nuevamente escucharon disparos.

En adelante, ingresaron y salieron de Fénix vehículos de la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) Lara, de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), una ambulancia, un convoy y una unidad de Transbarca que según un empleado iba ocupada por estudiantes universitarios

Al fiscal 13 con competencia en asuntos penitenciarios no le permitieron el paso al interior de la cárcel.

 

Posibles causas

Mientras transcurrió la mañana del sábado la parte externa de Fénix fue un hervidero de especulaciones entre los parientes de los reos. La falta de pronunciamientos  oficiales los mantenía en incertidumbre, sensación delatada en muchos rostros a través de las lágrimas.

Entre el torrente de  versiones varias familias coincidieron en que lo que  produjo el motín fue un problema que  estaba  creciendo desde hace días. “El penal está que se prende”, fue la advertencia dada por un reo a su mamá, el viernes en la mañana  cuando  lo visitó.

También, hablaron de que  la revuelta era  una forma de llamar la atención por las malas condiciones de convivencia y por presuntos traslados arbitrarios.

Hace  un  mes, testimonió  una madre  que pidió la reserva de su nombre, llegaron a Fénix desde San Felipe 32 prisioneros que padecen de tuberculosis. La preocupación de los reos por su salud empeoró cuando hace unos cinco meses conocieron sobre 26 presuntos casos de hepatitis en la comunidad penitenciaria. Entre los  diagnosticados, especificó la progenitora, hay un custodio y un trabajador social, a ambos les dieron reposo.

Otra versión apuntaba a que la causa de la reyerta fue  el presunto secuestro de uno de los custodios.

Casos Raúl Baduel y  Pancho

Raúl Emilio Baduel Cafarelli, detenido en 2014 durante las protestas antigubernamentales y condenado a ocho años de prisión por los delitos de agavillamiento, instigación a delinquir e intimidación pública con objeto incendiario, está  arrestado en Fénix desde principios de 2017. Su abogado, Omar Mora Tosta, declaró a este rotativo vía telefónica que hasta las 09.00 de la noche la familia de Baduel desconocía la situación del joven: “No tenemos idea de cuál es su estado. Las autoridades no nos han querido dar información”.

Esta, recordó Mora Tosta, es la tercera vez que Baduel (hijo) corre peligro en un motín. Antes, lo vivió en Uribana y en la cárcel de Tocuyito.

Consideradas estas circunstancias, recalcó, Baduel y el otro universitario detenido junto con él, Alexander Tirado, “son los presos políticos que más han sido torturados, los que más cárceles han recorrido”.

En la misma cárcel de la región larense está desde hace dos meses Carlos “Pancho” Ramírez, estudiante de la Universidad de Los Andes (ULA) detenido en mayo de este año durante una protesta. De él se supo mediante el abogado acreditado por el Foro Penal Venezolano en Lara, Abraham Cantillo, que permanecía en un área aislada de donde convive la mayoría de la población carcelaria.

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