Los productos de primera necesidad ya no se encuentran escasos en el mercado, aunque continúa siendo una tarea imposible conseguirlos a precios regulados.
La nueva modalidad es que gran cantidad de locales comerciales cambiaron su rubro y se han dedicado a vender desde pañales y champú, hasta desodorantes; solo por ser los productos más buscados en el mercado. Los especialistas describen estos hechos como una total anarquía.
Quienes transitan por el centro de la ciudad pueden observar cómo algunas tiendas que antes se dedicaban a la venta de juguetes, maquillaje, artículos para el hogar, y otros, llenaron sus anaqueles de productos de primera necesidad, entre ellos: pañales de todas las tallas, toallas sanitarias, desodorantes, jabones, cremas dentales; artículos que hace meses se encontraban escasos.
Pero no solo es evidente un cambio de rubro, es notable cómo algunos locales están violando su registro de comercio al vender un producto que no se encuentra en su descripción. Entre estos casos se observan ventas de electrodomésticos que comparten sus anaqueles con algunas marcas de cremas dentales, peluquerías que venden pañales, e incluso panaderías que ofrecen verduras.
Para el licenciado en ciencias económicas y administrativas, además profesor jubilado de la UCLA, doctor Aníbal Peña Javitt, la anarquía ya no solo arropó el comercio informal, sino que las tiendas cada día cambian sus productos para ofrecer lo más buscado, sin respetar sus registros de comercio.
“Cómo es posible que las manos contaminadas de quienes agarran una papa o una auyama, porque ahora venden verduras -sin utilizar ningún guante- luego se dirijan a tomar los panes que venderán o manejar la parte interna de una panadería”, expresó Peña Javitt.
Sin embargo, asegura que no es solo eso, sino que quienes ahora se dedican a este tipo de ventas ilegales –porque ven una gran rentabilidad- importan sus productos con el dólar paralelo, y al no existir una institución que los regule, los pueden ofrecer con un margen de ganancia mayor al 30%; de esta manera se convierten en producto no accesible para la gran mayoría de la población o quienes devengan un salario igual e inferior al mínimo.
A pesar de que periodistas de EL IMPULSO intentaron dialogar con vendedores de estos comercios antes mencionados, los mismos se negaron a exponer sus opiniones por miedo a represalias. Aunque algunos, anónimamente, alegaron que esa es la única forma de subsistir.