La pediatra venezolana Milisbeth Sifontes se ha presentado ya dos veces al examen que le abrirá las puertas de la salud pública chilena, necesitada de médicos extranjeros para llenar las vacantes despreciadas por sus pares nacionales.
«Tienes que volver a comenzar de cero. No es fácil para nosotros», dice esta venezolana, que sin el Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina (Eunacom) no ha logrado encontrar un trabajo en Chile.
Como ella, otros 2.152 médicos se inscribieron para rendir el Eunacom en la segunda convocatoria del año, que se celebró el miércoles. Se trata de un test sobre medicina general que se ha convertido en un filtro difícil de sortear para médicos extranjeros, principalmente venezolanos que han emigrado en masa en los últimos dos años a Chile.
En su primer intento en diciembre reprobó el examen, como la mayoría de los titulados en el extranjero. El 73,2% no logró pasarlo, frente a sólo el 3,4% de los médicos chilenos.
«Cuando eres especialista, te especializas en lo tuyo y cuando eres médico general tienes que saber de todo y hace mucho tiempo que no estudias cardiología de adulto o nefrología», justifica entre apuntes Milisbeth, de 36 años, que emigró a Chile hace ocho meses.
El examen es requisito para trabajar en la salud pública -que atiende al 80% de los chilenos- y abre las puertas también al cada vez más competitivo mercado de la salud privada.
Tradicionalmente, el examen se tomaba solo en diciembre, al final del programa de estudio de los médicos chilenos. Pero con el incremento de extranjeros desde 2015 se lleva a cabo dos veces al año.
En diciembre hubo 4.524 inscritos, casi un 50% más que el año anterior, una marca que también se registró en julio, con 2.152 inscritos, un 60% más, agotándose los cupos en un solo día.
Sin cobertura de salud
La alta demanda para rendir el Eunacom muestra lo atractivo que se ha vuelto el mercado de salud chileno en América Latina, por sus salarios y vacantes.
Los dos últimos años ha vivido una explosión. Cerca de 1.700 médicos venezolanos han emigrado a Chile, sumándose a cubanos, ecuatorianos o colombianos. Estas dos últimas nacionalidades están exentas del Eunacom por acuerdos estatales.
Son ellos los que están apuntalando la salud pública chilena, llenando las vacantes despreciadas por sus colegas chilenos, sobre todo en las comunas más pobres y en las regiones extremas del país, donde la falta de especialistas es crítica.
«En esos lugares, si no fuera por los médicos extranjeros, simplemente no habría cobertura de salud», dice a la AFP Manuel Araneda, vocero de la Asociación de Médicos Extranjeros, que calcula que cerca de 40% de los profesionales que se desempeñan hoy en la salud pública chilena son extranjeros.
En ciudades extremas como Arica, en el norte, o la austral Punta Arenas, el número de habitantes por cada médico dobla al de la zona central. A nivel nacional, 1,6 millones de personas esperan atención en el sistema público -hasta por tres años- , y cerca de 300.000 pacientes están a la espera de una operación.
El Colegio Médico calcula que en todo Chile se necesitan unos 5.000 médicos y reconoce que «la distribución de los médicos está mal hecha».
El Ministerio de Salud, en tanto, mantiene vigente un plan para formar con recursos estatales a 4.000 especialistas para 2018.
«Evaluación justa y transparente»
Las altas cifras de reprobación del Eunacom que afectan a los médicos extranjeros han dado pie a acusaciones de discriminación.
«Los médicos extranjeros están a favor de una evaluación, pero quieren que sea justa y transparente», acusa su vocero.
El precio ya es discriminatorio, dice Araneda. Los extranjeros pagan por inscribirse en el examen casi 1.000 dólares, mientras es gratis para los chilenos. También deben realizar más exámenes prácticos que los nacionales y aseguran que no hay una pauta de evaluación.
Una acusación que el gremio local de médicos refuta.
«El examen no es discriminatorio, es solamente para medir la calidad», dice Enrique París, expresidente del Colegio Médico de Chile. «Si un médico pretende trabajar en un lugar diferente debe aprender lo que se usa en ese país», arguye.
El examen consta de 180 preguntas tipo test de medicina general, que los postulantes deben contestar en 90 minutos. Es decir, disponen de un minuto por cada respuesta. Luego vienen varios exámenes prácticos, en un largo proceso hasta obtener la ansiada certificación.
«Hay ofertas, pero las ofertas que llaman la atención económicamente son mejores con la prueba general» aprobada, dice Milisbeth.